Un paseo por la explanada de la Marina permite comprobar un curioso fenómeno que ocurre en las zonas ajardinadas. A lo largo del frente de los bancos que se colocaron en medio de los parterres hay una franja que permanece de forma continua sin césped. Y es que a quien se le ocurrió situarlos en esos puntos no se le pasó por la cabeza que los pies de quienes utilicen esos asientos deben posarse en el suelo, en el que lógicamente el césped queda arrasado sin que los esfuerzos por reponerlo obtengan recompensa.