La aritmética electoral de este mandato había convertido al PSOE en aliado indispensable de la Marea para forjar los grandes acuerdos plenarios. Prueba de cómo las relaciones entre ambos partidos no han hecho más que ir cuesta abajo fue el pleno que a inicios de febrero acogió María Pita, en el que el Gobierno presentó una cuestión de confianza vinculada a la aprobación del presupuesto. Después de unas tortuosas negociaciones con el PSOE que, justo cuando parecía que se iba a alcanzar un acuerdo, saltaron por los aires, el alcalde, Xulio Ferreiro, optó por echar un pulso al resto de partidos que acabó perdiendo, al no recibir el voto favorable de PP y PSOE.

La decisión de las dos principales fuerzas de la oposición abrió un periodo de un mes para que se presentase un gobierno alternativo. Sin embargo, tal cosa no ocurrió. La negativa de los socialistas a un pacto con el PP permitió la aprobación inicial del presupuesto de 2017 un mes más tarde y garantizó la continuidad de Ferreiro.

Marea Atlántica deberá lidiar en la segunda mitad del mandato con un entorno hostil para alcanzar acuerdos. La falta de sintonía volvió a relucir el pasado 8 de mayo, cuando la Corporación aprobó aplicar un recorte final de 7,6 millones al presupuesto con el único respaldo del PSOE. Los socialistas acusaron al Gobierno local de haber faltado a su palabra de votar junto a ellos, algo que desde la Marea se negó.

Lejos queda la posibilidad de formar un gobierno de coalición entre ambos partidos. El PSOE había propuesto formar un bipartito a finales del pasado año, pero el Gobierno lo rechazó esta vía al entender que no se daba el clima de confianza. Como alternativa, formuló una innovadora solución por la cual los socialistas no entrarían en el Gobierno pero sí asumirían la gestión de varios proyectos concretos, como la Ciudad de la Música. Esta fórmula quedó en papel mojado al romperse las negociaciones del presupuesto de 2017 y convocar el pleno de la cuestión de confianza.