- ¿Ha hecho bajar la guardia la pérdida del miedo a internet?

-Totalmente. Tener miedo nos protegía de ser estafados porque desconfiábamos de todo. Las tarjetas no tenían los medios de seguridad actuales, ya que ahora es muy difícil que te saquen dinero con una de un cajero. Ahora el uso de internet es habitual tanto en el ordenador como en el móvil y lo asumimos como algo natural cuando no lo es. La mejor fórmula para protegernos de estas estafas es la desconfianza. Parece que queramos volver al pasado, pero realmente nos fiamos de muchas páginas y correos electrónicos que son programas que pretenden apoderarse de nuestros datos. Hace diez años recibíamos seis correos al día y hoy una cuenta vinculada a una red social recibe treinta o cuarenta de los que la mayoría son spam.

- ¿Qué hacer ante la posibilidad de una estafa en internet?

-Debemos tener cuidado con todo correo que se recibe y que no ha sido solicitado, ya que puede ser un phishing para quedarse con nuestros datos. Si queremos verificarlo debemos hacerlo no a través del correo, sino mediante la página oficial en internet de esa entidad y comprobemos si hemos recibido alguna notificación. También hay que desconfiar de aquellos productos que se oferten a un precio muy inferior al del mercado. Y, además, hay que desconfiar de todo vendedor que nos mete prisa para formalizar un pago o un adelanto. Muchas estafados que denuncian verifican después en internet los datos de la empresa con la que contactaron mediante redes sociales y se dan cuenta de que pertenecen a estafadores. Las redes sociales son muy buenas si sabes utilizarlas, pero también para los estafadores, por lo que no hay fiarse de las gangas y cuando se vea una buena oferta hay que verificar el correo o el teléfono para comprobar si están vinculados a una estafa anterior.

- ¿Siguen estos delincuentes el modelo de las estafas clásicas?

-Podemos estar hablando del timo de la estampita o el del tocomocho, pero a través de internet. Lo único que hacen es familiarizarse con un nuevo entorno para adaptarse a los tiempos, pero como siempre es la codicia o querer comprar lo más barato posible lo que hace que bajes tus defensas.