Cargado con sus mayores éxitos y dos temas inéditos Miguel Bosé se subió ayer al escenario de María Pita, "un sitio mágico", para repasar sus 40 años de música y ofrecer el concierto triunfal de la semana -asistieron 28.000 personas, según fuentes municipales-. "¡Agárrenme de la mano y no se suelten!", exclamó al poco de comenzar el espectáculo con Sereno, a la que le siguieron Duende, Nena, Aire soy yo, Amo, Mirarte, Nada particular y No hay ni un corazón. Bosé anunció que la celebración iba a ser "magna" y recordó que había tardado "años" en regresar a María Pita. "Por fin estoy otra vez aquí, vamos a celebrar algo que hemos construido todos nosotros, que son 40 años de música, que se dice pronto, pero son 40 años en los cuales paso a paso, día a día, he recibido el apoyo de todos ustedes", dijo al público, que rompió en aplausos. "Esta noche va a haber mucha música porque vamos a recorrer esos 40 años desde el primer día hasta hoy", avanzó el artista. Y así fue.

Uno de los momentos más emotivos de la noche fue cuando recordó a su sobrina fallecida, Bimba Bosé, para dar paso a las canciones de su primera época. "Solo hay dos cosas que perduran siempre en la memoria: el perfume y la música. Voy a cantar esta canción que me rompe porque ella ya no está", reconoció antes de entonar, sentado, Amiga. El artista continuó el repertorio con Morir de amor, Creo en ti, Linda, Superman, Diablo, La chula y Estaré, que se la dedicó a a sus hijos. "Ese mundo que yo soñé que podía darles se fue al carajo y solo me queda una cosa, intentar que tenga los menores conflictos, guerras, y necesito a todo el mundo porque solo no puedo hacer ese camino", pidió, mientras recordó que es un "hombre de paz" y que por ella trabaja desde su fundación. Como un lobo hizo temblar la plaza, que amplió su capacidad hasta las escaleras del lateral derecho de María Pita.

Los accesos estaban abarrotados antes y durante el concierto. De hecho, se cortaron las entradas por la calle la Franja y Riego de Agua antes de las 22.30 horas por motivos de seguridad y, con Bosé sobre el escenario, los únicos accesos posibles eran por Puerta Real y Ciudad Vieja. En los alrededores hubo largas colas para conseguir avituallamiento -bocadillos y bebidas- y a primera hora de la tarde un grupo de incondicionales guardó sitio en primera fila. Bosé emocionó durante su regreso a la ciudad, diez años después, de la que se despidió con Te amaré.