Con las caras pintadas de blanco, alguna sangre de maquillaje saliéndoles por la comisura de los labios y ganas de asustar sin ser víctimas de sobresaltos, así celebraron ayer los más pequeños la llegada del Samaín. Salieron en comitiva, con sus disfraces de vampiros y brujas, acompañados por zancudos y una tarántula gigante de la plaza de Lugo y gritando consignas para revolver a los muertos en sus féretros y llegaron a María Pita a media tarde. Allí les esperaba, sobre el escenario, Cé Orquestra Pantasma, que les advirtió de que, alguien, antes de que llegasen, le había hablado mal de los niños coruñeses, porque "no sabían cantar ni bailar ni aullar". Algo que demostraron que no era cierto, con el paso de las canciones. Los participantes recibieron también premios, ya que se realizó un sorteo, los más afortunados se llevaron hasta un viaje a Eurodisney.

Los pequeños de O Castrillón también salieron por las calles del barrio, con sus disfraces y en busca de caramelos, dándole una segunda vuelta un poco más festiva y menos tétrica a la tradición de recordar a los muertos. Eso sí, no se olvidaron de las calabazas, de sus trajes de esqueleto ni de las lápidas.

Muertos vivientes, brujas y música, en María Pita

Muertos vivientes, brujas y música, en María Pita