Un aficionado del Liceo reconoció ante el juez de Penal 1 haber apedreado el autobús en el que viajaban aficionados del Oporto el 12 de abril de 2014. El sospechoso se declaró culpable y aceptó ser condenado como autor de un delito de desórdenes públicos y otro de daños. El magistrado le impuso por el primero, un año de prisión, que no cumplirá con la condición de que no vuelva a delinquir durante tres años; y, por el segundo, una multa de 840 euros. El imputado, según consta en la sentencia, admitió que se encontraba en la plaza de Portugal dentro de un grupo que, "de modo espontáneo u organizado" esperaba la llegada del autocar con los aficionados del equipo rival.

Los seguidores del Liceo portaban "instrumentos contundentes" como palos de madera, botellas de cristal y piedras "de considerables dimensiones". Los que carecían de estos objetos comenzaron a arrancar ramas de árboles y a recoger adoquines y baldosas amontonados en una obra cercana. "Albergaban todos los que iban pertrechados con tales efectos, entre ellos el acusado, la intención compartida de alterar durante los prolegómenos del partido la tranquilidad y la pacífica convivencia ciudadana de quienes transitaban por la calle o vivían en los alrededores del recinto, así como de los seguidores del equipo portugués", relata el juez en el fallo. El titular de Penal 1 destaca que "con el fin de amedrentar lo más posible a los aficionados del bando contrario", cuando su autobús llegaba a la plaza de Portugal, lo obligaron a parar colocándose delante y comenzaron a arrojar contra los cristales y la carrocería los objetos contundentes que portaban.

"Uno de los que tomaba parte activa en los lanzamientos era el acusado, el cual asumía las mismas funciones alborotadoras del resto del grupo, las de causar los máximos desperfectos posibles al autobús y las de intimidar a los seguidores portugueses", señala el juez, quien recalca que asumían la posibilidad de ocasionar "algún daño" físico a los aficionados del Oporto.

El autobús, como consecuencia del ataque, sufrió la rotura de siete lunas, así como diversas abolladuras en su carrocería. Los daños fueron tasados en 35.624 euros. Uno de los viajeros sufrió heridas en las manos al romperse los cristales.