Ángel Gómez Hervada ha cerrado "su" emisión. Lo ha hecho tan discretamente que nadie en Radio Coruña-Cadena Ser lo esperaba, aunque todos sabían de su enfermedad. Todos estaban convencidos, y yo con ellos, que Anca ganaría la batalla a unas ondas que no eran las suyas.

He tenido la enorme suerte de quererle como amigo y apreciarle profundamente como profesional de un medio, la radio, en la que si bien todos tuvimos o tenemos cabida, no todos dejamos huella, semilla, amistad, comprensión, como lo ha hecho Ángel. Porque él creía en la radio hasta el punto de haber gobernado el timón de Radio Coruña, EAJ 41, de forma que cualquier oyente aún sin saber exactamente en qué punto del dial se sintonizaba -ya en AM, ya en FM o posteriormente en Internet- sabía que "esa radio" era Radio Coruña, la que en tiempos lejanos fue Radio Pancho para los amigos y los detractores, que de todo ha habido hasta que Anca tomó las riendas de una radio que supo y sabe serlo más allá de la empresa o el negocio.

Porque Ángel -el hombre de la eterna sonrisa y la risa peculiar- creía fundamentalmente en la radio a partir de los cimientos de esta. La radio próxima, de cercanía, local, en la que el oyente participaba (y participa) sintiendo que también es "su" radio. Porque Radio Coruña ha sido la radio de todos: desde el viejo Batallón de Modistillas y los seriales, a la más pura información de actualidad; desde Matilde, Perico y Periquín o Ustedes son formidables, al participativo El coruñés opina, que concita el interés de la audiencia por los temas que en el fin de semana se tratan en el mismo.

Y es que Ángel Gómez Hervada supo rodearse de grandes y jóvenes profesionales que el lunes lloraban sin disimulos su triste adiós a las ondas con tan solo 59 años. Por esto se me han venido a la memoria aquellos tiempos en los que, poco después de la medianoche, las radios locales cerraban sus emisiones.

Ángel (Anca) fue más alto, más lejos y más fuerte desde su convencimiento de que la radio local era la base de la mejor radio. Y le comprendo, porque también creo en esa Radio por la que apuesto y sé que no estoy solo. Eso sí, ahora con un vigilante mucho más alto, mucho más fuerte y, desgraciadamente, mucho más lejano.