El coordinador del Comité Antisida de A Coruña (Casco), Iván Casanova, trabaja en el punto de calor ubicado en Santa Margarita desde 2011. Allí ofrecen desayuno, comida y aseo a aquellas personas en situación de exclusión social. Entiende que es importante dar sin recibir nada a cambio y critica que algunos organismos pidan "demasiado requisitos" para conceder ayudas. Para Casanova, la implicación de la sociedad es fundamental y propone que "los servicios sociales deberían funcionar como la sanidad".

- ¿Cuál es la política de Casco que le ha llevado a crear este local para personas sin recursos?

-Nuestra política es que si estamos viviendo en una sociedad, cómo alguien no puede tener cubiertas las necesidades básicas. Qué clase de sociedad puede tener individuos en esa situación. A cambio de un techo para dormir, un plato de comida, una ducha o lavar la ropa, por qué hay que pedir a la gente nada.

- Pero hay personas que rechazan esa ayuda, ¿por qué?

-El problema que veo de las personas que se niegan al uso de recursos es el nivel de requisitos que se piden para una ayuda. Estamos hablando de ayudas municipales de 400 euros o la de la Xunta, de menos de 400 euros. A cambio te están diciendo en qué te tienes que formar para trabajar en el futuro.

- ¿Alguno de sus usuarios ha vivido esta situación?

-Sí. Un colaborador de 60 años, que también es usuario, ha trabajado toda la vida en el mar y cuando ha trabajado en tierra, ha sido de camionero. Para darle la Renta de inclusión social de Galicia (Risga), por ejemplo, le derivan a cursos de informática. Esa persona se frustra porque va a ir al curso, no va a ser capaz de hacerlo y va a pensar "pues no valgo". Pero, a la vez, no te dan la Risga si no haces ese curso. Y cuando lo hayas hecho y nadie te contrate, te van a seguir poniendo exigencias.

- ¿Hasta qué punto?

-Te controlan hasta el tiempo libre. Y eso, a cambio de 400 euros. Entiendo que la gente no lo quiera. Es mejor buscarse la vida que esa limosna. Porque aquí en A Coruña por menos de 400 euros no encuentras un piso. ¿Por esa ayuda vas a delegar en alguien que no te conoce las riendas de tu vida? Y eso no solo con las ayudas, también ocurre con otros recursos como dormir. Menos mal que abrió el Centro Abeiro, que no pide requisitos a cambio de dormir.

- ¿Qué tipo de condiciones pueden poner?

-En alguno, por ejemplo, tienes ocho días para dormir allí como límite, así que tienes que elegirlos con mucho cuidado. Cuando se te acaben, ya no hay. Puede haber un temporal o que caiga un chaparrón, pero ya no puedes entrar. Si quieres seguir durmiendo allí, debes hacer cursos de formación. De esta forma, vas a tener la mayor parte del día ocupada haciendo talleres y no puedes salir a buscar trabajo o mandar currículos. Hay que fomentar que sea la gente la que salga adelante y no controlar su vida.

- ¿La implicación de la sociedad también es clave en este proceso?

-Sí. Es importante que la gente lo sepa. La sociedad en general no tiene ni idea de lo que es caer en una situación de riesgo de exclusión. Nadie se asoma a ello. Yo digo donde trabajo y nadie lo conoce. La gente cuando no tiene un problema se cree que estamos cubiertos de sobra y eso no es así, estamos más solos que la una. Yo invito a quien quiera a que vaya a pedir una ayuda, a ver si acepta las condiciones que marcan.

- ¿Es necesario que el Estado aumente el número de ayudas y mejore las condiciones?

-Sí. Los problemas empiezan con facturas que no puedes pagar, es tan simple como eso. Se te van a ir acumulando y al final no podrás pagar el piso y te van a desahuciar. Es una situación muy difícil de la que salir pero si al principio te ayudan a pagar facturas, cambia la cosa.

- ¿Hay situaciones que se podrían evitar?

-Por supuesto. Si la sociedad no estuviera tan ajena a la problemática social de muchos individuos, se podrían evitar algunas situaciones. Tenemos recursos de sobra en este país pero están muy mal enfocados porque a la gente le da igual. Nadie se preocupa. Eso sí, luego te quedas sin trabajo y exiges al trabajador social que te busque un piso. Pero eso no funciona así y cuando lo viven, se dan con la realidad en las narices.

- ¿Son necesarios más locales en la ciudad como el punto de calor de Casco?

-Creo que A Coruña tiene un tejido asociativo bastante bueno. Somos bastantes asociaciones que tampoco somos enormes pero cada uno va haciendo un poquito y entre todas tiramos para adelante. A Coruña no esta mal en ese sentido. La cosa no va por centralizar o hacer grandes sitios a los que acudan personas con necesidades, todo lo contrario. Hay que ayudar más desde abajo, desde los barrios. El Barrio de las Flores es muy buen ejemplo. Como comunidad esta muy unida y se mueve mucho. Los vecinos son los que donan los alimentos que las asociaciones del barrio dan a los vecinos necesitados. Cuando hay lejanía y no conoces a tu vecino ni su situación no le ayudas. Tenemos que hacer cosas por el de lado.

- Los hay, sin embargo, que prefieren no revelar su situación...

-Ya, porque por cultura no pedimos ayuda. Tenemos muy interiorizado que caer en una situación de riesgo de exclusión es algo vergonzoso y no es así. Yo puedo perder mi trabajo en cualquier momento y así no podré pagar mis facturas. Mucha gente viene al punto de calor con vergüenza y no deberían porque le puede pasar a cualquiera.

- ¿Cuál puede ser la solución para eliminar esa vergüenza?

-Creo que los servicios sociales deberían funcionar como la sanidad. En el momento que tengas la más leve problemática social, poder acudir a un sitio municipal que te derive a un organismo o asociación que te puedan ayudar. Como ocurre con el médico de cabecera, que te manda a especialistas según tu dolencia. Pero con toda la normalidad del mundo y sin vergüenza, igual que no tienes vergüenza cuando caes enfermo. Es una situación temporal que se puede solucionar.

- ¿Ha cambiado esa sensación desde la crisis?

-Un poco. La gente empieza a darse cuenta de que cualquiera puede perder el trabajo. Muchos te dicen "nunca pensé que iba a venir a un sitio así". Pues los sitios así existen y hay que normalizarlo. No hay ningún problema. Cualquiera puede caer en una situación así. Ojalá la gente fuera consciente de ello y empezar a asomarse un poco a la realidad de los servicios sociales y decir "pues no está tan bien montado".