Un joven de 29 años fue condenado por conducir ebrio y drogado y dormirse al volante tras golpear a otro coche que estaba estacionado en la intersección de la avenida de Os Mallos con la calle San Rosendo. El procesado fue sentenciado, como autor de un delito contra la seguridad del tráfico y de otro de desobediencia a agentes de la autoridad, a pagar una multa de 2.100 euros, a dos años de privación del derecho a conducir vehículos, y a seis meses de prisión.

El titular de Penal 2 relata en el fallo que sobre las seis de la madrugada del 3 de febrero de 2017 el acusado perdió el control de su automóvil cuando circulaba por la avenida de Os Mallos e impactó contra un Audi A-3 que estaba aparcado. El coche sufrió desperfectos en el ángulo delantero derecho y la fractura de la defensa, pero su propietario no se personó en el procedimiento para reclamar ser indemnizado. Al lugar de los hechos se trasladó una patrulla de la Policía Local, que se encontró con el turismo del procesado "cruzado en medio de la calzada". El imputado estaba dormido en su interior, semidesnudo, sin pantalones ni playeros, y vomitado. Los funcionarios tuvieron que despertarlo y le comunicaron que debía someterse a las pruebas de alcoholemia, pero se negó, a pesar de las advertencias de que incurriría en un delito castigado con pena de cárcel y de que no había "razón que se lo impidiera".

Los policías lo trasladaron a un centro médico, donde fue atendido dos horas y media después de haber colisionado contra el Audi. El sospechoso dio positivo en cocaína y cannabis y fue diagnosticado de posible intoxicación etílica. El 092 retiró el coche que conducía al depósito municipal e informó a la Jefatura de Tráfico de que carecía de seguro obligatorio. El detenido había sido condenado en 2015 por conducir sin permiso en el año 2011.

Los agentes especificaron en su informe sobre los hechos que durante la intervención observaron que el arrestado se encontraba "bajo la influencia de bebidas alcohólicas y/u otras sustancias estupefacientes", pues presentaba síntomas como "ojos brillantes y enrojecidos, pupilas dilatadas, olor a alcohol en aliento, palidez, somnolencia, temblores, expresión balbuceante, dificultad para mantener la concentración, inestabilidad emocional, cambios bruscos de humor y deambulación vacilante, con dificultad para subir y bajar del furgón policial".

El imputado alegó durante el juicio que cuando sucedió el accidente contra el turismo que estaba estacionado en la avenida de Os Mallos estaba de copiloto. Según su versión, pilotaba el automóvil un "conocido" suyo del que no sabe la dirección ni cómo localizarlo. Tras impactar contra el coche aparcado su amigo se fue y lo dejó "tirado", según su declaración.