No es la primera vez que Elo Vega se enfrenta al espacio público de las ciudades para abordar el estudio del monumento desde una perspectiva crítica. En colaboración con el artista Rogelio López Cuenca, Vega define sus trabajos como proyectos de investigación y creación, dando lugar a obras artísticas que son al tiempo dispositivos de crítica de la cultura como instrumento político. Ya en 2013 ambos publicaron una guía monumental de la ciudad de Huelva, bajo el título de Efigies y fantasmas, cuya intención era la de destramar los entresijos usados por el ideario de la colonización y de la construcción colectiva de Huelva como cuna del Descubrimiento. Unos años más tarde, en 2016, publicaron una extensa guía monumental de Granada. Allí, como en la mayor parte de las ciudades españolas, los monumentos públicos se despliegan por la ciudad como un verdadero ejército de ocupación controlando sigilosamente los puntos estratégicos. Se trata de una imposición simbólica que se adueña de lugares clave a fin de destacar el mensaje que emiten.

Bajo una misma mirada crítica, Elo Vega realizó una residencia de investigación en nuestra ciudad durante los meses de noviembre y diciembre del año pasado, dentro del proyecto de esfera pública Xeografía, memoria e capital cívico. En esta ocasión su objetivo fue el de hacer un barrido por el monumento público coruñés, desde finales del siglo XVIII hasta el presente, para detectar la presencia (o ausencia) de las mujeres en la estatuaria pública. Una investigación que, al igual que las de Huelva y Granada, ha dado como fruto un ensayo crítico exhaustivo.

A Contrapelo. As mulleres nos monumentos públicos da Coruña, es el relato de un recorrido bien documentado por las calles y plazas de nuestra ciudad, aplicando una lupa ideológica sobre la aparente inocencia de toda una serie de esculturas y monumentos que, a pesar de la solemnidad con los que se instalan en el espacio público, pasan desapercibidos para la mayor parte de la ciudadanía, mereciendo apenas una fotografía por algún turista despistado. Paradójicamente, el monumento, además de mudo, es invisible. Si bien es cierto que raramente tenemos información sobre las biografías y "méritos" de los homenajeados, menos aún nos interrogamos sobre las razones últimas que merecieron tal honor. Pero éstas casi nunca son inocentes y responden a los intereses de aquellas esferas de poder que facilitaron o subvencionaron estos monumentos. Elo Vega suele decir que, en realidad, el verdadero homenajeado es quien ordena y paga cada monumento.

A contrapelo, va más allá en el análisis de estos dispositivos públicos y se centra en la condición de subalternidad que ocupan las mujeres en los monumentos coruñeses. Con la rara excepción de alguna escultura, como la de Emilia Pardo Bazán en los jardines de Méndez Nuñez, en donde la escritora aparece inmortalizada sin titubeo, la mayor parte de las mujeres representadas en otros monumentos lo hacen bajo una estrategia, nada inocente, de desvío: alegorías, símbolos, anonimato, fragmentación o peor aún, ninguneo. El ensayo de Elo Vega pone el acento en las razones de estas ausencias y nos advierte, una vez más, sobre nuestras responsabilidades y capacidades como ciudadanas y ciudadanos para pensar y reaccionar activamente frente a la discriminación de género.