Hoy es el día. Aunque el dicho popular señala que el martes, ni te cases ni te embarques, lo cierto es que los científicos, técnicos y personal de administración de los nueve centros de que dispone el Instituto Español de Oceanografía (IEO) y los de la sede central de esta institución en Madrid se suben al barco de las movilizaciones para hacer sonar las sirenas de la protesta porque es el único idioma que el Gobierno entiende.

Porque les duele esa larga y trágica agonía del Instituto y porque los recortes presupuestarios que este padece, derivados de un problema estructural que, al parecer, solo perciben aquellos que verdaderamente se involucran en el compromiso de la investigación que el mundo de la pesca español necesita, elevan sus voces sobre las olas de la incapacidad para reclamar soluciones. Unas soluciones que interesan sobremanera al sector pesquero y que el Gobierno no quiere asumir a pesar de estar estas en sus manos.

El Instituto sobrevive malamente a un bloqueo que nadie entiende porque, digan lo que digan aquellos que tienen responsabilidad en el IEO, no se deriva exclusivamente de esa especie de crisis perenne en la que sobrevive a duras penas y que, entre otras cosas, les obliga a contemplar cómo, incomprensiblemente, se devuelven subvenciones no ejecutadas y se pierden ocasiones de mantener un liderazgo ganado a pulso y a pesar de los pesares.

Las reclamaciones internas vienen de viejo. No es este el primer Ejecutivo nacional que se las ve con los trabajadores del IEO, para los que los incumplimientos son tan evidentes que, este año 2018 solo disponen de un 30% de lo previamente presupuestado.

Es una prueba más de lo poco que a la Administración le importa la investigación marina y de cómo ese desinterés se traduce en incapacidad para evitar que el sector pesquero llegue a un colapso tal que difícilmente podrá evitar. Ello conduce a una real carencia de argumentos, por ejemplo ante la Comisión Europea, que hace y deshace a su antojo en la aplicación de medidas de pesca que desmantelan por completo algo que para Galicia y otras Comunidades Autónomas resulta vital: la pesca.

No hay justificación para que esto siga así. El Gobierno parece no oír las voces que reclaman salidas a un problema que el IEO no ha creado per se. Tal vez gritando los argumentos, estos hagan pensar en las próximas elecciones.