El colegio Sada y sus Contornos cumple 80 años de actividad escolar, los mismos que tiene uno de sus alumnos más antiguos, Jesús Castro. Este sadense originario de Riobao y ahora residente en Armuño ha aportado gran número de documentos y fotografías a la comisión que prepara los actos de aniversario del centro, pues su padre fue vicepresidente de la sociedad de Nueva York que gestó, dirigió y financió la apertura de este centro de enseñanza laico y construido en estilo modernista.

-¿En qué año entró en Sada y sus Contornos?

-En 1934, con seis años. Ya estudiaban allí mi hermano y dos hermanas. Estuve allí hasta el 36, que cerró. Luego fui a otro, pero tenía que saber el catecismo y yo no quería. Luego, a los 14 años, ya tuve que empezar a trabajar.

-¿Visitó el colegio desde su época de estudiante?

-No, volví ahora, con esto del aniversario, y está muy cambiado. En el sótano antes no había nada, ahora hay un gimnasio. Y más aulas, antes eran dos, una para chicos y otra para chicas y en medio una para párvulos, más una pequeña para los mayores. Y las aulas estaban más llenas, en párvulos éramos cincuenta, todos los pupitres que cabían. Cuando estaba en párvulos coincidí con la que años después sería mi mujer. Había también unos esqueletos en tamaño natural para anatomía, libros... Todo eso ya no lo hay.

-Pero era un centro muy moderno.

-Sí, era uno de los principales de Galicia, por lo menos de pueblo, porque ya en el año 27 tenía agua corriente, y en el colegio había una fuente y teníamos váter y duchas. Era un modelo de colegio. Teníamos incluso un bedel, y no había quien le tocara el jardín, lo tenía impecable.

-¿Y los profesores?

-No se parecían a los que había por ahí, eran modélicos: María Teresa, Consuelo, Don Severino,que a veces te decía `niño, niño´, si te portabas mal, pero de vara, nada.

-No pudo disfrutar mucho del colegio.

-No, dos años, hasta la guerra. Me fastidiaron la base principal, cuando más podía aprender. Menos mal que después pude ir cuatro años a la Escuela de Artes y Oficios de A Coruña.

-¿Qué le parece que profesores, padres y ex alumnos promuevan la celebración de este aniversario?

-Me parece muy bien, yo quiero que se mantenga este edificio y también que se recuerde quién lo construyó. Me gustaría que el Concello colocase una placa en el centro en la que se agradeciese el esfuerzo de tantos emigrantes sadenses que hicieron posible este colegio y para que los que quedamos pudiésemos aprender.

-Uno de los que hizo posible este centro educativo fue su padre.

-Mi padre, Ricardo Castro Pita, fue vicepresidente de la Sociedad Sada y sus Contornos en Nueva York. Llegó a Estados Unidos y poco más sabía que leer y escribir y allí era difícil encontrar trabajo así. Y ellos quisieron que en Sada pudiésemos aprender. Mucha gente estuvo en la directiva, como el que fue alcalde Suárez Pita, y el poeta Lugrís Freire fue presidente de honor. Mi padre murió en el 39, en Nueva York, donde está enterrado, y enviaron sus cosas para mi casa.

-Por eso tiene tanta documentación sobre el colegio.

-Tengo fotografías de bailes que se hacían en la sociedad de Nueva York, de las directivas. Tengo ejemplares de la revista que editaba el colegio, que se llamaba Sin Nombre. Y también documentos y cartas, en las que se ve que cuando se quiso poner en marcha este colegio, laico, hubo mucha oposición desde algunos sectores.