De él han dicho que parece demasiado joven para saber tanto de economía y demasiado divertido como para tomarse en serio lo que dice, pero no es así. Tim Harford (Inglaterra, 1973) es economista y columnista del diario británico Financial Times. Ayer estuvo en A Coruña invitado por la Fundación Barrié y el Banco Pastor para pronunciar una conferencia sobre la Resolución de problemas en un mundo complejo. Suyo es el libro El economista camuflado, que ha vendido más de 600.000 ejemplares. Con uno de ellos acudió en noviembre de 2007 el presidente del Gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero, al debate sobre los Presupuestos Generales del Estado.

-¿Qué le pareció que Zapatero apareciese con su libro en el Parlamento?

-Fue en mi última visita a España. Ya sé que alguna gente no está contenta con el presidente, pero lo que es cierto es que tiene muy buen gusto para los libros.

-Por cierto, ¿qué tiene que hacer España para solucionar sus problemas?

-No es la primera vez que me hacen la pregunta hoy, pero sigue siendo muy válida. Primero tengo que decir que si quisiera pasar mi tiempo volando de país en país para decirles a los políticos cómo tienen que arreglar sus economías, estaría trabajando en el Banco Central Europeo o para el Fondo Monetario Internacional. No creo que sea el trabajo de un economista dar este tipo de recomendaciones.

-Pero tendrá alguna opinión.

-Para empezar diría que la situación es muy distinta a la de Irlanda. No hay ningún paralelismo entre los dos países, porque Irlanda ha sido destruida por su sistema bancario. La economía mundial ha sufrido un golpe muy fuerte y la pregunta que tenemos que hacernos es ¿puede España adaptarse a esta nueva situación y seguir creciendo? Porque si la respuesta es afirmativa no tendremos ningún problema, ni de deuda ni de nada.

-¿Y cree que puede adaptarse a esa nueva situación?

-Creo que se ha hablado bastante sobre cómo podría ser el enfoque para resolver los problemas: aumentar la flexibilidad laboral y la competitividad. Lo único que nos queda por ver es si España puede implantar medidas de este tipo.

-¿Desde fuera se ve que España ha tomado las medidas adecuadas?

-En primer lugar depende de lo que quieras decir con fuera de España. Porque fuera de España los demás países están preocupados con sus propios problemas. Pero se puede decir que la regulación del sistema bancario, en general, ha sido buena; todos podemos aprender cómo lo ha hecho. Ha introducido otras reformas económicas que parecen ser válidas, pero no tiene que quedarse ahí. Tiene que seguir profundizando en esas reformas.

-¿Y hay soluciones?

-Quizá estamos cayendo en la trampa porque todos tenemos la idea de que si pudiésemos encontrar el líder adecuado, el primer ministro adecuado o incluso el gurú financiero adecuado se solucionarían todos los problemas de golpe, y eso no es así. Yo sólo soy un humilde economista de Londres y no creo que nadie tenga la solución inmediata para un problema de esta magnitud. Lo único que queda es seguir probando, seguir ensayando cosas para ver si funcionan y si no funcionan, probar otras.

-Pero esos ensayos o pruebas, como usted dice, que están realizando los gobiernos siempre van en contra de los ciudadanos y no de las empresas o de los bancos.

-Estoy de acuerdo, pero el problema se parece a si las empresas que gestionan el agua o las grandes eléctricas hiciesen cosas totalmente absurdas y quebrasen. Ahí, el problema no sería ir en contra de esas empresas, si no intentar restablecer el servicio de agua o de energía porque son servicios esenciales para que la economía siga funcionando.

-¿Y no las castigaría?

-El problema es que en este momento no podemos infligir un castigo a los bancos porque eso sólo produciría un mayor caos económico. Los bancos se han comportado como si tuviesen una garantía, un aval, de los gobiernos, y de hecho ha sido así: cuando un banco ha quebrado siempre ha sido el Gobierno el que lo ha rescatado. Y lo que necesitamos para el futuro es un nuevo sistema en el cual si un banco quiebra, rápidamente podamos llevar el servicio a otra entidad y que el banco que ha quebrado se quede en la cuneta.

-Entonces, ¿ha sacado ya alguna lección de la crisis?

-He llegado a la conclusión de que el riesgo bancario se parece mucho al riesgo de una central nuclear, al de una plataforma petrolífera o al de una central de productos químicos porque lo que tienen en común es que utilizan sistemas muy complejos, pero también que el error de una sola persona puede provocar el fallo de todo el sistema. Y en esas industrias se están dedicando a buscar las maneras de reducir el riego de que una sola persona o un solo error puedan provocar el fallo de toda la instalación.

-Pero entonces lo que no está bien es el sistema. Cuando todo funciona el capitalismo premia a los más fuertes, se reparten beneficios y ganan mucho dinero, pero cuando hay un problema serio, el sistema pasa a ser comunista y es el Estado el que salva a las empresas o a los bancos.

-Tienes razón. Hasta ahora el sistema ha funcionado así. Pero el problema no es cómo ha funcionado sino cómo podemos resolver el problema del sistema y no creo que tenga que ser un sistema comunista al cien por cien ni un capitalismo salvaje donde se dejan caer a todos los bancos. Lo que tenemos que hacer es una separación entre un banco y otro para impedir el contagio. Por ejemplo, si una cadena de supermercados quiebra, no pasa nada porque hay otra al lado. Pero con los bancos no es así. Si un banco quiebra, arrastra a todos los demás y me encantaría tener la seguridad de que si mi banco entra en quiebra mañana, al día siguiente podría estar trabajando con otro.

-¿Y hay riesgo de que se colapse el euro?

-Sí, pero el riesgo es pequeño.

-¿Y cree que la moneda europea puede estar lastrando las economías de los países en problemas y que sería mejor abandonarla?

-Estas dos proposiciones son distintas. Se puede decir que el euro sea la causa del problema, pero eso no significa que salirse del euro vaya a resolver ese problema, principalmente porque la deuda de esos países está en euros. Y si salen del euro tendrán que seguir pagando la deuda en euros. En el Reino Unido, que no formamos parte de la eurozona, y no porque tengamos mejores economistas, sino porque somos un poco xenófobos (sonríe), el no estar en el euro nos coloca en una mejor posición a pesar de tener igual o peores problemas de deuda, déficit público o del sistema bancario.

-Por último, ¿considera que los problemas actuales de la deuda española se deben al contagio de Irlanda o van más allá?

-Yo creo que España sufre algún grado de riesgo de contagio, porque en los mercados si todos empiezan a tener pánico, todos tienen razón, pero, al revés, si todo el mundo sabe mantener la calma, van a tener razón. El caso de España no es un caso extremo como el de Grecia. Allí todo el mundo tenía muy claro que nunca iban a poder devolver su deuda. Yo soy optimista, pero también soy economista, y por eso mis predicciones quizá no se cumplan.