La única pista que el director general de Caixa Galicia dio sobre la situación real de la entidad cuando el viernes 13 de febrero de 2009 presentó los resultados del ejercicio anterior fue el anuncio de "la adaptación de una estrategia de prudencia". José Luis Méndez achacaba la decisión al panorama general de crisis que entonces empezaba a notarse. "Obliga -justificaba- a fortalecerse de una manera muy intensa". Lo que no dijo es que ya en aquel momento la caja coruñesa acumulaba requerimientos del Banco de España para frenar su desmedido crecimiento a galope del crédito al ladrillo caja coruñesaBanco de España y que el supervisor tenía activado un operativo de seguimiento especial sobre su negocio. Un mes después, en marzo, los inspectores concluyeron que Caixa Galicia era inviable. Incapaz de cubrir todas las pérdidas internas y con una liquidez muy justa para aguantar más. A la entidad le quedaban todavía dos años más con su plan estratégico, pero no tuvo otra alternativa que tumbarlo y preparar otro para salvarse. Así nació la operación Campolongo, bautizada con el lugar en el que se encuentra el cuartel general de la familia Méndez, en la localidad coruñesa de Pontedeume. El documento interno con el plan de la caja, al que ha tenido acceso este diario, es directo: la solución pasaba por lograr una fusión con Caixanova y "asesorar a los agentes institucionales que influyen" en el proyecto. Se preparó ese verano. En septiembre estaba listo. Antes, por tanto, de que la Xunta mostrase públicamente su predisposición a la unión de las dos cajas de ahorros gallegas.

"Volvería a hacer exactamente lo mismo", remarcó el miércoles Alberto Núñez Feijóo en su intervención en el pleno del Parlamento gallego, monopolizado por las críticas muy duras que la oposición lleva reprochándole desde que la polémica por la fusión de las cajas se reavivó con el paso por el Congreso de los Diputados del que fue presidente de Caixanova, Julio Fernández Gayoso y, sobre todo, de Francesc Gibert, coautor del "diagnóstico acelerado" encargado por el Ejecutivo gallego sobre la posible fusión de Caixa Galicia y Caixanova.

El socio de KPMG repitió en la comisión sobre el rescate financiero de la Cámara baja que no era ni una auditoría ni una due diligence, como la definieron Feijóo y la exconselleira de Facenda, Marta Fernández Currás; no recomendaba la fusión, e incluso apostaba por una absorción de Caixa Galicia por parte de Caixanova para dar "mayor solvencia y sostenibilidad" a la fusión ante el lastre de la caja coruñesa.

Frente a las peticiones de En Marea y BNG de explicaciones y la documentación sobre el encargo del "diagnóstico acelerado", Feijóo intentó zanjar el asunto con el mensaje de que las cajas "no podían existir". "Ninguna, eso lo sabemos todos salvo aquellos que quieren seguir falseando el relato y mintiendo a los gallegos", respondió.

Con la actualización de los datos a 30 de septiembre de 2009, el equipo de inspección del Banco de España encargado del seguimiento intensivo a Caixa Galicia -encabezado por Eduardo Fernández Martínez- firmó un demoledor informe comunicado formalmente en marzo de 2010. "Conclusión: entidad cuyo crecimiento en inversión a tasas muy elevadas en los años 2004, 2005 y 2006 la ha llevado a una alta exposición en el sector inmobiliario y operaciones corporativas sobre empresas de dicho sector, lo que ha provocado unas fuertes necesidades de saneamiento que, a pesar de los esfuerzos realizados en los cierres de 2007 y 2008, no ha podido absorber en el año 2009, teniendo pendiente saneamiento muy cuantiosos para el ejercicio 2010". Los inspectores resaltaban la "alta dependencia de mercados mayoristas e interbancarios en su financiación", hasta un 35% de toda la inversión crediticia. "Todo lo anterior, unido a su justeza de solvencia, hace que se considere su perfil de riesgo supervisor como muy alto -advierten en el acta-, siendo cuestionada su viabilidad como entidad independiente".

No era la primera vez que saltaban las alarmas alrededor de Caixa Galicia. El Banco de España sostiene que los signos "iniciales" de "deterioro" aparecieron "a principios de 2007". Por esa razón, el supervisor, subraya, "recomendó al consejo de administración de la caja que moderara el crecimiento de la inversión crediticia, a la vista de que aquella no contaba con controles internos suficientes, solicitando que se tomaran medidas que aseguraran la aplicación de procedimientos y criterios rigurosos en materia de concesión, gestión y seguimiento del riesgo crediticio".

Coincidiendo con el final de esa inspección que destapa su "inviabilidad", Caixa Galicia encarga a PricewaterhouseCoopers (PwC), auditoria de cabecera encargada de revisar las cuentas, el diseño de las posibles estrategias a seguir. Se conoció con el nombre del Proyecto Albariño. Y uno de los caminos planteados era la fusión con Caixanova.

Pero el 1 de junio de 2009, desde el Foro de Nueva Economía en Madrid, Alberto Núñez Feijóo descarta que tenga planes para impulsar la operación. "No la veo, sería una precipitación hacer esto. En este momento y con la información que tenemos no vemos la oportunidad de plantear una fusión de las dos cajas gallegas", aseguró. Pocos días después era el presidente del PP, Mariano Rajoy, el que ponía mala cara a un movimiento de este tipo: "Pondría en la calle a mucha gente", avisaba. El 23 de noviembre de 2009, sin embargo, Feijóo convoca a Gayoso y Méndez a la sala de Gobierno del Parlamento para abordar el futuro de las entidades "con un único compromiso, el compromiso con Galicia". ¿Qué pasó en el otoño para semejante cambio de criterio en la Xunta?

"El presente documento intenta responder a la pregunta "¿Y después de la fusión con Caixanova, qué?", señala desde su arranque el Plan Estratégico 2010-2012 de Caixa Galicia, rubricado en septiembre, como "entidad fusionada". La operación Campolongo, como se conocía internamente, supuestamente no entra a valorar "la idoneidad o no" de la operación "ni las posibilidades de que finalmente acabe cristalizándose". Pero lo cierto es que todo lo que aborda es la integración con la caja viguesa. "Esto permitirá tener una idea de las posibilidades de crecimiento de la entidad fusionada, así como de los principales retos del proyecto", indica. Sin esconder cómo conseguir "el proyecto": "Asesorar a los agentes institucionales que sobre él influyen".

Las estimaciones económicas se desmarcan de los datos reales aflorados por el Banco de España en Caixa Galicia e incluso presume de "una posición más sólida, con mayor tamaño y ratios más saneados". Todo lo contrario. El supervisor, algo más de un año después y con Novacaixagalicia recién nacida, traslada a la cúpula de la nueva caja, liderada por los directivos de Caixanova, que la morosidad de verdad de la caja coruñesa es el doble de la declarada -del 5,5% al 9,33%- y que hay que inyectar ya 805 millones de euros por todos los deterioros del crédito y los inmuebles adjudicados como pago de deudas.

En el documento de la operación Campolongo Caixa Galicia solo deja entrever la "depreciación" de sus activos entre las debilidades de la fusión. Y resalta una fortaleza: "Apoyo Xunta de Galicia".