En el año 2007 Alberto Núñez Feijóo, que se enfrentaba a sus primeros comicios como sucesor de Manuel Fraga al frente del PP gallego, valoró los resultados de aquellas municipales pasada la medianoche. El bipartito vivía su momento álgido y la crisis económica era un cuento de agoreros. Retrasó al máximo su comparecencia para esperar al recuento total y así conocer el resultado de las diputaciones. El objetivo era al menos proclamar que se habían retenido las de Pontevedra y Ourense, aunque finalmente se le escurriría la de Lugo. Tras aquellos comicios, el PP perdió los bastones de mando en Ferrol, Vigo y Ourense gracias a pactos bipartitos, y, a pesar de ser la lista más votada en cuatro de las siete urbes, su principal fortín fue Ribeira, con menos de 28.000 habitantes.

Aquel escenario de debilitamiento resulta similar al actual, pues los populares podrían dejarse hasta 12 de las 18 alcaldías en localidades de más de 15.000 habitantes que ostentaban hasta ahora, al margen de las siete urbes, donde Ourense parece ser la única donde gobernará. Todas ellas virarían a la izquierda, aunque tres tienen visos de mantenerse en manos del PP.

En la filas de la formación no se preveía un golpe de la dimensión que ha alcanzado el 24-M, que tiene dos puntos simbólicos, al margen del resultado urbano, que capta la mayor parte de la atención debido a que aglutinan la parte más dinámica de la comunidad. Se trata de Ribeira y Lalín.

En 2007 el concello coruñés se convirtió en el ayuntamiento más poblado que gobernaba el Partido Popular, que ha mantenido el cetro de mando en la localidad desde 1991. Su mayoría absoluta se esfumó el domingo, aunque tiene todas las papeletas para retener el poder. Solo un pacto a cuatro bandas entre PSdeG -que se encuentra a un voto a sumar un edil-, BNG, Ciudadanos e independientes podrían impedirle al exdiputado Manuel Ruiz Rivas continuar de regidor. Resulta prácticamente imposible, aunque no descartable. De no producirse esa alianza, Rivas sería investido como regidor.

El caso de Lalín es similar. Es la cuna de Xosé Cuíña, cuyo hijo, Rafael, será paradójicamente quien le quite el bastón de mando al popular Xosé Crespo gracias al previsible apoyo de PSdeG y otras dos fuerzas. Desde que o fillo do muiñeiro se integrase en las filas de Alianza Popular, esta fuerza no había dejado de gobernar desde los años ochenta. Ahora Cuíña hijo, que hace unos años abandonó la militancia y se integró en las filas de Compromiso por Galicia, logra un éxito que nadie en el ayuntamiento preveía y que ninguna encuesta pronosticaba, mientras Crespo pierde la mayoría absoluta.

Feijóo ha reivindicado la victoria del partido de la gaviota en los comicios del domingo casi calcando las palabras de su comparencia de 2007, año en que anunció una "marea de cambio" que se iba a llevar los "insultos, la soberbia y el desprecio" que, en su opinión, había generado el bipartito, al que dos ejercicios después arrebataría la Xunta. Paradójicamente, en 2015 han sido nuevas formaciones conocidas como Mareas las que han asestado un duro correctivo al PP urbano, pero también en las villas medias, donde pierde 43 de los 238 ediles que logró en 2011. Se trata de un 14% menos, dos puntos por encima de la media autonómica.

Su descenso, lejos de ser capitalizado por la oposición tradicional, nutre a nuevas formaciones, como Anova, Compromiso por Galicia, pequeñas Mareas o independientes, que ganan 65 concejales en las localidades de más de 15.000 habitantes, sin contar las grandes urbes. El PSdeG apenas incrementa su presencia en seis y el BNG se desploma 27. Pese a ello, podrían hacerse con hasta 10 alcaldías.

Los socialistas ganan representación en 12 de los 27 concellos que superan la citada franja de población y previsiblemente podrá recuperar alcaldías como Vilagarcía, Tui o Nigrán. Por su parte, el BNG solo presenta un mejor balance en un concello y que ya gobernaba: Carballo. Allí gana un edil y se sitúa al borde de la mayoría absoluta.

La victoria del PP, por tanto, reactiva el alma de la boina en el partido, destacando la gran implantación de su marca en los ayuntamientos pequeños y del rural, allí donde se asienta la población de mayor edad. Ourense, sin localidades por encima de los 15.000 habitantes al margen de la capital, evidencia esa tendencia. Eso sí, perdería plazas como Verín y O Carballiño.

De las citadas 27 villas, los populares gobernaban hasta ahora 18. Los resultados suponen la previsible pérdida, a través de pactos de sus rivales, de Vilagarcía, Cangas, Ponteareas, Lalín, Moaña, O Porriño, Nigrán o Tui. En este último ayuntamiento, el PP se desplomó de nueve concejales a únicamente solo cuatro, un bajón clave en la pérdida por primera vez en 32 años de la Diputación de Pontevedra. Más difíciles resultarán los acuerdos a múltiples bandas para desbancarlos en Sada, Ames, Redondela o Ribeira, aunque esa posibilidad no está descartada. El lado positivo del balance lo ofrece, sobre todo, Arteixo, donde el PP amplía incluso su mayoría absoluta.