El PP roza otra vez la mitad de todos los votos y el Bloque dispara un 50% sus respaldos

Los populares pierden dos escaños, en A Coruña y Lugo

El BNG suma 6 con el mejor resultado de su historia

La sangría del PSdeG: 5 representantes menos que en 2020 y 350.000 apoyos por debajo de su techo de 2005

Alfonso Rueda celebra el resultado de las elecciones junto a la secretaria general del PP en la Galicia.

Alfonso Rueda celebra el resultado de las elecciones junto a la secretaria general del PP en la Galicia. / EP

Julio Pérez

Las urnas demostraron otra vez que las elecciones no se ganan en los días previos a golpe de tuit, según el número de visualizaciones de un vídeo de campaña, ni siquiera con los aforos de los mítines o las sensaciones que los candidatos perciben en la calle. Por una mezcla de todos esos ingredientes claramente subjetivos o susceptibles de distorsión, la carrera del 18-F se cerró con la idea de que Galicia se asomaba a la contienda más apretada de los últimos años para conquistar una mayoría suficiente en el Parlamento autonómico y de ahí dar el salto a la Xunta.

Hubo visiones convencidísimas de una cosa y la contraria. Que los populares repetirían liderazgo con comodidad. Que su victoria se daba por descontada, pero no les quedaría otro remedio que apretar los dientes y estrechar la mano de Democracia Ourensana para poder seguir gobernando. Que la izquierda estaba a tiro de piedra para revalidar el bipartito de 2005, aunque con los nacionalistas ahora por delante y Ana Pontón de presidenta. Por si fuera poco, el disparado incremento de la participación –67,3%, casi veinte puntos más que en 2020 (48,9%) y catorce por encima de 2016 (53,6%)– alimentó la incertidumbre. Y sí, la fotografía final dejó cambios de calado, especialmente en el equilibrio de poder en la oposición, pero ni un solo atisbo de que era una batalla en la que iba a ser necesario contar hasta el último voto llegado de la emigración y el resultado definitivo podría tardar días en saberse.

En contra de no pocas teorías que esgrimen que el aumento de la participación siempre beneficia a la izquierda, lo cierto es que el PP pescó también entre el electorado movilizado ayer. Su llamada a defender “la Galicia que funciona” triunfó. Los populares lograron su quinta mayoría absoluta, batiendo la racha de Manuel Fraga, que se quedó a las puertas de hacerlo en 2005 cuando socialistas y nacionalistas sí consiguieron exprimir el fuerte repunte también de la asistencia a los colegios electorales. Superaron los 700.000 votos, unos 72.500 más que en la cita de julio de 2020. Una subida suficiente para mantener prácticamente el mismo porcentaje de apoyos que en los anteriores comicios, algo más del 47%, y firmar una cómoda victoria con 40 de los 75 escaños repartidos. La candidatura abanderada por Alfonso Rueda perdió dos en comparación con el techo de 42 representantes en O Hórreo de la última cita de Alberto Núñez Feijóo con las urnas en Galicia.

BNG y PSdeG aglutinaron entre ambos el 45% de las papeletas, unas 674.000. La suma mejoró ligeramente la cuota de la izquierda de 2020 (43%) con un claro trasvase de respaldos entre ellos. Protagonizaron la cara y la cruz de la jornada.

La propia Pontón no podía disimular cierta decepción en su comparecencia delante de los medios de comunicación cuando con el escrutinio ya lo suficientemente avanzado confirmó que su mensaje de apuesta por el cambio se desinfló. Una buena dosis de amargura a pesar del resultado histórico de la formación nacionalista. Sacó 25 diputados, 6 más que en 2020; y 467.000 votos, prácticamente un 50% por encima de hace cuatro años (311.300). Casi uno de cada tres gallegos que acudieron ayer a las urnas depositaron su confianza en el Bloque.

Para encontrar un peor balance entre los socialistas gallegos hay que retroceder 40 años, a las primeras elecciones autonómicas de 1981. Con José Ramón Gómez Besteiro como cabeza de cartel, el partido se hizo con alrededor de 207.000 votos, el 14%. Por el camino se quedaron unos 46.000 votos y cerca de cinco puntos en el porcentaje de apoyos que tuvo en 2020. Tendrá nueve asientos en el Parlamento gallego tras perder cinco. Desde sus máximos de 2005 que le llevaron a poder liderar el Ejecutivo autonómico de la mano de Emilio Pérez Touriño en 2005 (555.600 votos), el PSdeG no para de desangrarse: 350.000 votos menos que entonces.

Después de una legislatura que fue cosa de tres, al Parlamento gallego llega un cuarto inquilino. Democracia Ourensana cumplió el guión previsto. En eso no fallaron la mayoría de encuestas. La formación impulsada por el alcalde de Ourense, Gonzalo Pérez Jácome, y que tenía como candidato a la presidencia de la Xunta a Armando Ojea, consiguió más de 15.300 votos que valen en su caso un escaño. Su papel, sin embargo, no será llave de gobierno, como algunos preveían, pero sí es significativo por el salto que supone a la esfera autonómica desde la política puramente local y personalista.

Galicia seguirá siendo territorio libre de la ultraderecha. Vox arañó 32.500 votos, el 2,2% de todos los depositados, frente a los 26.800 (2,04%) de julio de 2020. También hubo alguna encuesta que se atrevió a darle representación en el Parlamento autonómico.

Sumar se queda incluso por debajo del partido de extrema derecha. No entra, sin poder repetir la hazaña que la formación fundada por Yolanda Díaz forjó en las elecciones generales del pasado año, ayudando a formar un bloque de izquierdas y un gobierno progresista. La candidatura de Marta Lois rondó los 28.100 votos, el 1,9%. Peor lo tiene Podemos: 3.852, unos 1.500 menos que Pacma.

Los populares se imponen en 296 concellos, el Bloque en 12 y el PSdeG en 5

El mapa del 18-F se vuelve a teñir de azul con la victoria de los populares en 296 de los 313 concellos. Los nacionalistas fueron la fuerza más votada en 12. Destaca Vigo, la urbe más poblada de Galicia, y algunos de los ayuntamientos del área: Redondela, Soutomaior, Moaña y Cangas. También quedaron en primer lugar en la provincia de Pontevedra en O Grove y Catoira; en los municipios ourensanos de Allariz, Vilar de Santos y Verea; y en Fene y Mugardos, en la provincia coruñesa. El PSdeG aguanta en cabeza en algunos de sus feudos de la Galicia del interior: Ribeira de Piquín, Negueira de Muñiz, Pedrafita do Cebreiro, Calvos de Randín y Entrimo. El PP pasó del 42,4% al 44% de los respaldos en la provincia de Pontevedra; el BNG elevó diez puntos sus votos (34,75); casi lo mismo que perdió el PSdeG (14,5%). Aunque con más apoyos que hace cuatro años, los populares perdieron punto y medio de cuota en la provincia de A Coruña (47,7%) y un escaño. Los nacionalistas subieron casi 8 (32,7%); y los socialistas se dejaron 3,8 puntos (12,9%). Ourense fue la provincia con mayor avance para el PP a pesar de DO: 49,9%, unos 3 puntos más.