Contar a la gente lo que le pasa a la gente.

García Márquez

En esta campaña electoral permanente que nos invade desde hace meses hay un par de términos que me importunan especialmente; el primero es gente, si se fijan, determinados políticos recién llegados y algunos veteranos coinciden en agrupar a la mayoría de población bajo ese paraguas de amplio espectro léxico, de suerte que bajo él se puedan abrigar todo tipo de personas; fundamentalmente el político de turno se apropia de todos y todas los que están con él o son susceptibles de estar, es decir, los buenos; el segundo elemento del binomio abarca a todos los que no están con él, los que él sitúa en su contra, por lo tanto en contra de la gente, es decir, los malos. No conseguimos salir del maniqueísmo, ya evitan hablar de pueblo, de uso bastante abstracto también, y no digamos de clase o grupo social que comparte intereses comunes. Cuando García Márquez definía el periodismo como citamos más arriba, sí hablaba de la gente de forma coherente.

Hoy en día parece que se reinventan los movimientos nacionales de ingrato recuerdo, aparentemente constructores de la política apartidaria desde el punto de vista clásico, cruel dictadura en la que todos somos gente supuestamente con los mismos intereses y aspiraciones, se nos quiere diluir y castrar ideológicamente en la búsqueda de la felicidad universal y gratuita. Algunos de ellos, como los actuales gobernantes, se lamentan en nombre de la gente porque a la gente, los malos, les han robado las alcaldías, las suyas por derecho divino, en un atraco cruel y sin clemencia. Los nuevos aspirantes ya sabemos que nos quieren salvar la vida, aún no sabemos qué vida, pero ellos nos salvarán de los malos aunque no queramos y no sepamos muy bien si será con rescates y austeridad o con el maná que caiga del cielo; es por nuestro bien, que no les quepa la menor duda y déjense llevar.

A tiempo que nos convierten en gente nos incluyen bajo el epígrafe de sociedad civil. Yo sabía que vivía en sociedad, compartiendo ciudadanía, derechos y deberes con el resto de conciudadanos que tiene la misma vecindad administrativa que yo, fuesen las que fuesen las ideas que nos mueven; pero parece ser que no, que no van por ahí los tiros, el disfraz que gastan estos supuestos nuevos políticos que dan un paso atrás es para simular que no tienen nada que ver con los viejos partidos y que por eso ya es mejor asociarse en círculos de amigos de las palomas mensajeras, un suponer, y así se gozará del beneplácito de la gente. Otro engañabobos que durará poco, espero.