Hurones, chinchillas, hámsters siberianos, iguanas, serpientes, camaleones, arañas... A perros y gatos les ha salido, en los últimos tiempos, una dura competencia. Y es que cada vez son más los gallegos que optan por comprar un animal exótico para que les haga compañía. Los médicos alertan, sin embargo, de que la proliferación de estas nuevas mascotas trae consigo la aparición de alergias hasta ahora desconocidas, y, en la mayoría de los casos, mucho más severas.

"En los últimos tiempos han aumentado considerablemente los casos de pacientes con alergias a animales exóticos como los hurones, los hámsters siberianos, las iguanas, etc..., y esto se debe, indudablemente, a la reciente moda de adquirir este tipo de mascotas", reconoce Antonio Parra, alergólogo del Complexo Hospitalario Universitario de A Coruña (Chuac), quien además especifica que, en el caso de los roedores, la sintomatología de las alergias suele ser "mucho más intensa". "Los alérgenos suelen estar en la orina de estos animales y, por ello, el único modo de atajar el problema es evitar cualquier contacto con la mascota en cuestión", destaca el especialista del Chuac.

Los síntomas más frecuentes de la alergia provocada por los animales de compañía son, tal y como detalla el doctor Parra, "la aparición de rinitis, conjuntivitis y asma bronquial, sobre todo, durante las noches". En cuanto a los posibles tratamientos, el alergólogo del complejo hospitalario coruñés admite que, en muchos casos, la única opción es deshacerse de la mascota, aunque al paciente le resulte muy doloroso.

"En los casos que han pasado por mi consulta, que no son pocos, no se ha planteado ninguna otra opción. Para perros, gatos y otros animales comunes, como las vacas o los caballos, se puede administrar una vacuna, pero cuando se trata de mascotas exóticas no hay esa alternativa", sostiene Parra.

El 60% de los pacientes alérgicos a sus mascotas, sin embargo, rechaza desprenderse de ellas, ni siquiera después de que los especialistas se lo recomienden para evitar los síntomas y mejorar su salud, según reconoce el presidente de la Sociedad Española de Alergología e Inmunología Clínica (Seaic), el doctor Tomás Chivato.

"Desde el punto de vista del tratamiento de las enfermedades alérgicas producidas por alérgenos de origen animal, la mejor solución es evitar totalmente el contacto y la convivencia con el animal en cuestión. Sin embargo, esta solución a menudo no es la más acertada porque se pueden crear "problemas de tipo sentimental" que desemboquen en situaciones conflictivas y dolorosas", comenta este experto de la Seaic.

En los casos en los que no puedan utilizarse medidas que eviten la exposición y el contacto con el alérgeno es aconsejable adoptar medidas parciales de desalergenización, tales como evitar que el animal penetre en la habitación del paciente, eliminar los objetos donde pueden acumularse epitelios (alfombras y sofás), limpiar con aspiradores provistos de filtros, lavar al animal semanalmente; y el consiguiente tratamiento médico, principalmente la inmunoterapia antígeno-específica junto con otros tratamientos sintomáticos que permitan una buena calidad de vida al paciente hasta que no hagan efecto las medidas de evitación o la disminución de la respuesta alérgica mediante la inmunoterapia.

La alergia a los animales puede tardar en desarrollarse varios años, y pueden producirse síntomas hasta seis meses o más después de dejar de tener contacto con el animal, ya que los alérgenos pueden permanecer en el ambiente durante varios meses.

La importación de animales exóticos ha alcanzado un volumen muy elevado en las últimas décadas. Las autoridades de todo el mundo han intervenido un gran número de especies protegidas, pero la única manera de controlar este negocio se centra en el convenio Cites. Este acuerdo internacional, tal y como informan desde la Asociación Española de Veterinarios, "revisa sus listas o apéndices cada dos años y medio. El apéndice I incluye todas las especies en peligro de extinción y prohíbe el comercio de unas 900 especies amenazadas (primates, cetáceos, panda gigante, elefantes, guacamayos, rapaces, cocodrilos...). El apéndice II recoge las especies que podrían llegar a esta situación y regula, mediante un sistema de permisos, el comercio de 4.000 especies animales y más de 22.000 especies de plantas".

Actualmente, más de 150 países de los cinco continentes forman parte de este acuerdo, aunque sólo uno de cada cinco se ha tomado la molestia de legislar en mayor o menor medida esta materia. España es uno de ellos.

La Agencia Tributaria ha incautado más de 350 animales de especies protegidas en las Aduanas españolas: más de veinte monos, dos panteras tigres, tres cachorros de león, un lince, seis serpientes pitón, una boa constrictor, dos águilas, tres halcones, siete cocodrilos, varios caimanes y 166 tortugas, procedentes en su mayoría de países exóticos fueron decomisados por las autoridades de aduanas.

En cuanto a los productos realizados con especies protegidas, las cifras tampoco se quedan atrás. Se han intervenido más de 15.000 kilos de coral, 95 piezas de marfil, nueve colmillos y dos patas de elefante, 57 productos de piel (de serpiente, cocodrilo, cebra...) y seis caparazones de tortuga, entre otros.

Las sanciones que se imponen a cazadores, traficantes y comerciantes no exime al consumidor de culpa, ya que al comprar estas especies exóticas estimula la continuidad de este tipo de mercado. Parar el tráfico y expolio de animales depende de quien lo fomenta y de quien desconoce el daño que causa.