Había una vez? una preciosa niña de sonrisa resplandeciente, maravillosos bucles y ojos claros. Además era muy inteligente y deportista. Creció pensando que era la mejor y que siempre debería ser así. Empezó el colegio y, al interactuar con otros niños se sintió mal. Había algunos que eran mejores que ella en algunos campos y no podía soportarlo. Se empecinó en atacar a otra niña que la superaba en algunas materias. Todo empezó como un juego pero acabó convirtiéndose en un problema real del que sus padres no tenían ni idea. No hacía nada malo directamente. Utilizaba a los demás para fastidiar a la persona a la que más odiaba.

Esta corta historia sirve para ilustrar un tema que se ha convertido en un verdadero problema en la sociedad actual. Cuando pensamos en el acoso, nos centramos únicamente en los malotes. Pensamos en hogares complejos en los que los padres no son capaces de controlar a sus hijos. Pero no es así. El acoso se da a todos los niveles, en familias desestructuradas o completamente estructuradas. Tampoco es cuestión de edad o de género. Se han planteado casos de niños muy pequeños y de jovencitas adolescentes que machacan a sus enemigas con llamadas ocultas o palabras inadecuadas en las redes sociales.

El acosador se ve protegido por los compañeros que, lejos de defender al que está sufriendo, se alían con el malvado para evitar padecer lo mismo. Creen que manteniéndose a su lado se verán libres de sus ataques y miran hacia otro lado o lo animan en sus agresiones.

Las violentas imágenes que vemos en la televisión, los suicidios de adolescentes o las peleas en la calle son un reflejo de una realidad terrible que nos provoca miedo. No sabemos cómo resolverlo y, aunque siempre nos centramos en la víctima (que es la que más sufre), tampoco la persona acosadora puede sentirse bien. Algo falla en su interior y no sabe canalizar su ira. Lo más probable es que su futuro tampoco sea el que prefiere ni, por descontado, el que sus padres deseaban para él.

Son muchos los jóvenes que sufren acoso escolar y no lo detectan o no le dan importancia pensando que así se resolverá. Los profesores tampoco pueden hacer nada salvo que presencien un acto concreto que puedan castigar directamente. Pero no todo está perdido. Existen opciones que pueden ayudar a todos los colectivos afectados. Proponemos:

-En el colegio: Es importante educar a los niños en valores y respeto a todo el mundo, vigilar las zonas donde puede producirse la agresión (patios, baños, etc...), proporcionar al acosado un consejero al que poder acudir sin temor, analizar los cambios de rendimiento del alumno, observar si algún niño se queda aislado y no se relaciona con los demás, evitar elogiar siempre al mismo porque puede provocar envidias entre los compañeros, parar cualquier tipo de ataque (aunque sea verbal) que se produzca en su presencia, mantener diálogo continuo en las clases e intentar detectar las rencillas existentes, etc...

-Para los amigos o compañeros del acosado: Contárselo al profesor o tutor si el agredido no se atreve (eso no es chivarse), no dejar solo al acosado en los momentos en que suele producirse la agresión, evitar que el acosado se encierre en sí mismo, ayudarle en todo lo posible, no animar al acosador a seguir con su actitud (uno sólo no puede con todos los demás), intentar que el acosado disfrute de buenos momentos en los que no tenga que pensar en lo negativo, etc...

-A nivel familiar: Hablar con nuestros hijos y darles confianza, enseñarles a ser buenas personas y a portarse bien con los demás, observar la aparición de actitudes extrañas (irritabilidad, insomnio, miedo a ir al colegio, etc...), preguntarle por sus relaciones con los demás, hablar periódicamente con el tutor para informarse, castigar sus actitudes negativas hacia los demás, favorecer la autoridad de los profesores (no debemos decirles que no tienen razón o acudir al colegio a discutir con ellos), proteger al hijo acosado en los momentos en que sea posible (recogerle al salir de clase, evitar el contacto con el acosador, acudir a un psicólogo para resolver o evitar cualquier problema a este nivel, etc).

El final de la historia aún no se ha escrito. La preciosa niña sigue actuando como acosadora encubierta demostrando su inteligencia. La niña acosada sigue con su vida aunque ha tenido que dejar el colegio que tanto le gustaba, borrar todas su redes sociales y cambiar de ciudad para evitar verla por la calle. ¿Ha ganado la acosadora?