"Querían enterrarlo vivo", aseguró ayer Luis Manuel Montoya, tío de Gonzalo, el preso asturiano de 29 años al que el domingo dieron por muerto tres médicos -dos del Centro Penitenciario de Asturias y la forense de guardia- y que resucitó en plena mesa de autopsias. El error de los facultativos tuvo como origen -según diversas fuentes consultadas por este periódico- una sobredosis de un cóctel de sustancias estupefacientes que lo sumieron en un estado de coma profundo cuya apariencia es similar a un deceso.

A lo largo del día de ayer, la evolución de Gonzalo Montoya Jiménez fue muy favorable. Al filo del mediodía, su estado de ánimo se había recuperado de tal manera que sorprendió a sus familiares y acompañantes pidiéndoles "un cigarro". Quería fumar. Si no surgen complicaciones, hoy o mañana será dado de alta de la UCI y pasará a planta, donde completará su recuperación.

Pero mientras en el interior del centro sanitario el joven -padre de cinco hijos- se recuperaba del susto propio y ajeno, en el exterior del hospital su familia se quejaba amargamente de la rocambolesca historia de Gonzalo Montoya. Un primo del recluso aseguró que "estuvo metido en la cámara frigorífica y ya lo tenían marcado para hacer la autopsia".

El "extraordinario caso", según califican desde Instituciones Penitencias, comenzó a las 08.00 horas del domingo durante el recuento de presos en la prisión asturiana. "Los funcionarios al ver al preso cinótico, azul, alertaron a los servicios médicos", relata un funcionario de prisiones. Los dos sanitarios, que forman parte de la plantilla de la prisión, tras examinar al preso certificaron que presentaba "signos clínicos de muerte", según Instituciones Penitenciarias.

Tras la valoración médica inicial se personaron en la celda el juez de guardia, la Policía judicial y la médico forense que certificó el fallecimiento y ordenó el traslado del cuerpo al Instituto Anatómico Forense y avisaron a la familia del fallecimiento de Gabriel Montoya Jiménez.

Una vez en el Anatómico, el personal de guardia comenzó a escuchar ruidos similares a ronquidos y comprobaron que el recluso se movía, ante la sorpresa el preso fue trasladado al Hospital Universitario central de Asturias en donde ingresó en Cuidados Intensivos.