Me gustaría perder las formas con elegancia.
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Resulta curioso que se abuse de la fuerza en un momento de debilidad.
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No ha pasado un día sin que el día haya pasado.
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La responsabilidad es la más valiosa de las sapiencias, aunque no se reconozca como una de ellas.
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El problema de la soledad llega cuando no te deja en paz y, por tanto, se convierte en compañía.
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A menudo se habla de momentos “mágicos”. Creo que sólo podrían calificarse así aquellos que sólo se dan una vez y, de esa forma, no pueden repetirse… ni registrarse -y, profundizando todavía más,- ni siquiera recordarse.
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Poco margen nos queda cuando la ofensa se hace la ofendida.
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Me he vuelto un exquinito.
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A nadie se le dan mejor los idiomas que al idioma, y quien pretenda desligar el suyo de todos los demás estará actuando como el que encierra en su habitación a un adolescente enamorado para impedirle que vaya al baile a ver a su diosa.