Guardo tantas cosas que no sé dónde las guardo.
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Comienza un día viejo.
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El otoño se complace en invitarle a la danza de las hojas muertas, el viento cambiante, el olor del bosque, la lluvia desaforada, la anestesia de la esperanza y toda esa melancolía que difícilmente soportamos.
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- ¿Volveremos a vernos?
- No.
- ¿Por qué?
- Porque me gustas.
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Algunos se empeñan en que hablemos un solo idioma para poder entendernos todos, pero, si así fuese, no tendríamos qué decirnos.
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Normalmente quien se despide cincuenta veces de nosotros y, antes de traspasar el umbral, vuelve a despedirse otras tantas… no sale del barrio y regresa antes de lo previsto.
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No me caso de repetir que no voy a casarme.
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La felicidad es algo parecido a esos mensajes que se autodestruyen una vez leídos.
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Sólo te recibo en sueños.