El verano no es de los veraneantes.
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La vida puede asemejarse a la eterna frase del profesor en los últimos minutos del examen: “Hay que ir acabando”. Independientemente de si nos quedan cosas por contar, o queremos revisar todo lo escrito, que nos marquen el final resulta un merecido descanso.
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Lo malo del matrimonio es que se contrae.
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Siempre habrá alguien dispuesto a sembrar el pánico al llegar al infierno.
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La mentira más grande jamás contada: “Mañana será otro día”.
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Sola en el lago flotando, desnuda, espiada por la luna. Sola en un plácido verano que nunca quiso existir. La mañana es una noche frustrada.
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La fiesta avanzaba con los ojos cerrados y nadie atendía la orina del enfermo.
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Me bailan las fechas, los nombres, las caras. Pero la música no suena.
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La soledad es muy atrevida; como la lencería que nunca se enseña.