El paseo marítimo se tornó ayer en playa cuando las banderas rojas comenzaron a ondear en el arenal del Orzán. Algunos de los bañistas que abandonaron la playa antes de que el agua mojase sus toallas no dudaron en recogerlas y extenderlas en pleno paseo. "Hay que aprovechar que se puede tomar el sol y como en la playa no podemos estar nos vinimos para aquí arriba", dice Sonia Méndez, que está en biquini con tres amigas al lado de las vías del tranvía.

Los vigilantes desalojaron a las pocas personas que quedaban en el Orzán pasadas las cinco de la tarde porque las mareas vivas de agosto amenazaban con cubrir toda la arena. La mayoría de los veraneantes ya había abandonado el arenal, pero los encargados de garantizar la seguridad de los bañistas precintaron la zona. "Las mareas vivas pueden llevar a cualquier persona hacia dentro", advertía el coordinador de Protección Civil del Ayuntamiento de A Coruña, Carlos García Touriñán, quien aseguró que ayer no entraron con "demasiada fuerza" porque apenas había viento. "Cuando hay este tipo de mareas siempre activamos el mismo protocolo por precaución. Sabíamos que iba a haberlas, pero no siempre llegan tan arriba como hoy (por ayer), pero estábamos atentos porque siempre hay que tener precaución", afirmó Touriñán.

La marea comenzó a bajar sobre las 18.30 horas, pero los bañistas no volvieron a la arena porque estaba mojada. La playa del Orzán permaneció cerrada excepto los metros que rodean las rocas y las casetas de los vigilantes situadas enfrente del colegio Salesianos. En esa zona se amontonaron algunos veraneantes, aunque la mayoría optó por abandonar el arenal y quedarse en el paseo marítimo para observar el oleaje.

"Nosotros huimos porque llegaba el agua a las toallas. Nos vamos a quedar en las escaleras porque con el mal tiempo que hizo hay que aprovechar para tomar el sol", dicen Marisol Sánchez y José Manuel de Vicente. A su lado está María García, a la que no le dio tiempo a bajar a la playa, y su amiga Pilar Nouche. "Yo llegué antes y cuando vi cómo subía el agua ya me lo imaginé porque lo tengo visto muchas veces. Las mareas vivas de agosto son las más fuertes", comenta Nouche.

En algunas zonas del Orzán el agua llegó hasta el muro y las olas, que no eran muy grandes, tumbaron una papelera y destrozaron parte de una de las rampas de acceso para minusválidos. En los metros del arenal que permanecieron abiertos algunos bañistas jugaron a las palas y los más intrépidos se acercaron hasta la orilla a mojarse los pies. El único vigilante que controlaba el área corría de un lado a otro para indicar a los veraneantes los lugares a los que no podían acceder. En el paseo se concentraron multitud de curiosos. "Esto es un espectáculo de la naturaleza", decía una joven mientras apretaba su cámara de fotos.

En las playas de Arteixo se vivió el mismo espectáculo y todos los arenales fueron desalojados aunque el más afectado fue el de Valcobo. En Oleiros, el agua impidió a los bañistas disfrutar de las playas de Mera y Bastiagueiro, donde dañó las maderas del paso para minusválidos.