En Arteixo, los proyectos parecen resistirse a dar el salto del Din A-3 al ladrillo. De la maqueta al mundo real. La construcción del ambulatorio y el centro cívico de Meicende y la ampliación de la piscina municipal son algunas de las obras que, tras ser anunciadas, recreadas y presupuestadas, se vieron, de golpe, catapultadas al limbo de las promesas a pequeña escala.

En dos de los casos, las actuaciones se vieron frustradas por la imprevista aparición de propietarios en los terrenos en los que estaba proyectada su ubicación. Es el caso del ambulatorio de Vilarrodís, cuya construcción acumula más de un año de retraso por la existencia de una vivienda habitada en el terreno cedido para su ejecución. Un obstáculo similar al que frena la realización del centro cívico de Meicende, anunciado en 2003, o al que impidió al Ayuntamiento acometer la anunciada reforma de la escuela de Suevos, que resultó ser de titularidad privada.

A estas confusiones se suman los problemas derivados de la descoordinación entre las administraciones. En este se el primer centro de día de Arteixo, proyectado en la escuela de Freán; la escuela infantil de Sabón -que dispone de ayudas de la Diputación pero que no tiene garantizado el respaldo de la nueva Xunta- o el bulevar de la avenida de Finisterre, que corre el riesgo de acabar en el limbo de los irrealizables el por la falta de apoyo financiero.

Por si eso fuera poco, la crisis tampoco ayuda. La recesión económica amenaza con dejar en el tintero alguno de los proyectos más ambiciosos del bipartito. Entre ellos, la ampliación de la piscina municipal. Una obra presupuestada en dos millones que debería asumir la empresa concesionaria del servicio y para la que, de momento, no existen candidatos.