En la céntrica sede de la Cámara de Comercio en la calle Durán Loriga, José Antonio Quiroga y Piñeyro es desde hace 34 años don José Antonio. Así le saludan los trabajadores del organismo cuando se lo cruzan por los pasillos, en los que ayer no faltaban voces lamentando lo mucho que se le va a echar de menos. Él le resta importancia recordándoles que la gente "se va acostumbrando". Tiempo han tenido.

Porque Quiroga y Piñeyro se incorporó a la Cámara de Comercio en 1972 como vocal y cuatro años después accedió a una presidencia que no abandonará hasta la primavera del año que viene. Serán 34 años que le han permitido hacer política sin dilapidar su patrimonio, como le ocurrió a su bisabuelo, ministro y enviado del Gobierno en la antigua colonia de Filipinas. Política según su ideario, donde es sinónimo de "ayudar a la gente".

"Encontré que en la Cámara se podía hacer política, hacer algo por la ciudad", recuerda ahora sobre sus inicios en el cargo de máxima responsabilidad del organismo. La presidencia le permitía estar "enterado" de todo lo que se cocinaba en la ciudad. Y a él le apasionaba. Encima, podía compaginarlo con sus otros cargos, los de responsabilidad empresarial en la antigua Grafitos Eléctricos del Noroeste (Genosa), actual SGL Carbón Ibérica. Al mundo de la empresa accedió después de haber estudiado Derecho en Deusto y de completar su formación con dos etapas en el extranjero, una en París y la otra en la London School of Economics de la capital inglesa. Allí, en Francia y el Reino Unido, se dio cuenta del largo camino que tenían que recorrer España, Galicia y A Coruña para acercarse a sus vecinos. "Era un tema de cultura", recuerda ahora. Por eso insiste tanto en la educación de los más jóvenes, por eso dice que llama a un lugar que no desvela para preguntar cuántas escuelas se hacen al año en las comunidades autónomas españolas.

De los años setenta, de su llegada a la Cámara de Comercio, cuando el presupuesto era de 15 millones de pesetas de la época -la cifra bajo su gestión ha aumentado en un 2.000%- quedan él y el edificio en el que se encuentran las oficinas, por el que se vio obligado a hacer encaje de bolillos para cuadrar los balances durante algunos ejercicios.

Se define como "liberal" y presume de no haber pertenecido jamás a ningún partido político, por más que vote a una u otra formación, como se encarga de recordar. De su tendencia ideológica recuerda que conversaba con el ex alcalde y actual embajador de España en El Vaticano, Francisco Vázquez, con quien dice compartir su pensamiento político. "Cada uno somos liberales a nuestra manera", corrige inmediatamente después. "Con él hablaba mucho de estos temas", reconoce de sus discusiones acerca del desarrollo de la ciudad.

Del crecimiento experimentado por A Coruña ha sido testigo privilegiado desde su nacimiento en el año 1931. Y también colaborador necesario. Impulsó, junto a su hermano, la creación en 1960 del Club de Golf. Diez años después creó el Centro Oncológico Regional que lleva su nombre, distinguiéndose en la lucha contra el cáncer que ha representado una constante en su trayectoria. Es uno de los fundadores de la Academia Gallega de Gastronomía y de la fundación Alfredo Brañas. Por todo ello posee los siguientes reconocimientos y condecoraciones: la Medalla de Oro de la Cámara de Comercio Francesa en España, la Medalla de Oro de la Asociación Española contra el Cáncer, es Caballero de la Legión de Honor, Ancla de Plata de la Real Liga Naval Española y Caballero de la Orden del Santo Sepulcro. Un último dato: dice que ahora sólo coge un avión cada "siete días".