El ser humano delinque desde el principio de los tiempos y es la criminología la ciencia que ha tratado de dar una respuesta satisfactoria y única que, actualmente, sigue siendo inviable, entre otros motivos, por la pluralidad de factores concurrentes imposibles de reconducir a un denominador común. Alguien ha sostenido que son más de 200 los que inciden en la criminalidad.

Siglos atrás, se recurría a elementos espirituales y demoníacos para explicar el comportamiento delictivo: los delincuentes serían seres poseídos por las fuerzas del mal o abocados irremediablemente a la delincuencia por los designios del destino.

A partir la Ilustración y hasta nuestros días, tanto la escuela clásica (Beccaria) como la positivista (Lombroso), y diversas teorías que pueden ser reconducidas a biológicas, psicológicas y sociológicas, según expliquen la delincuencia a partir de factores de la índole respectiva, han tratado de responder la pregunta.

Los presupuestos de partida de la escuela clásica fueron la racionalidad humana y la tendencia al placer. El delito es la consecuencia de un mal uso de la libertad por el individuo y su explicación, la existencia de una decisión racional, de valoración del coste y beneficio que comportaría la conducta delictiva.

Posteriormente, y hasta la llegada del positivismo criminológico, fueron varias las aportaciones empíricas. Por ejemplo, la fisonomía, que asoció la belleza física a la bondad y la maldad a la fealdad corporal, algo así como que "la cara es el espejo del alma", y que se puede resumir en el célebre Edicto de Valerio: "Cuando tengas dudas sobre dos presuntos culpables, condena al más feo". La frenología, que trató de explicar el comportamiento criminal como consecuencia de malformaciones y disfunciones cerebrales; así, por ejemplo, aseguraban que unas partes laterales de la cabeza mucho más abultadas que las superiores provocan el impulso de robar o estafar. O la escuela cartográfica, para la que el delito, como cualquier hecho social, es un fenómeno colectivo regido por leyes naturales. Afirmaban que en invierno aumentan los delitos contra el patrimonio respecto del verano, o que los delitos contra la libertad sexual son más frecuentes en primavera.

Pero el verdadero origen de la criminología está en la obra de Lombroso, El hombre delincuente (1876) y su teoría del delincuente nato, un individuo que por adolecer de determinadas anomalías somáticas y psíquicas tiende a convertirse en tal, incluso a pesar de gozar de un medio social favorable. A diferencia de los clásicos, que no diferenciaban entre delincuente y no delincuente, los positivistas lo concebían como un ser inferior y anormal. Es la idea del atavismo degenerativo basada en los estudios sobre la evolución de Darwin quien, en El origen de las especies, ofrecía ejemplos de algunas que degeneran a fases previas de su desarrollo evolutivo.

Lombroso atribuyó ciertas características físicas a esta subespecie humana tales como frente huidiza y baja, gran desarrollo de los arcos supraciliares, asimetrías craneales, gran desarrollo de los pómulos, gran pilosidad, orejas en forma de asa, etcétera y, a partir de ellas, construyó sus célebres y conocidos retratos robots de cada clase de delincuentes: el ladrón, el homicida, el violador... Además, añadió a los estigmas físicos otras taras que también estarían presentes: insensibilidad al dolor, agudeza visual muy superior a la auditiva, vanidad, uso de tatuajes obscenos...

Trasladémonos ahora a aquellos grupos de teorías que responden a la pregunta desde puntos de vista biológicos, psicológicos o sociológicos.

En primer lugar, las teorías biológicas tratan de localizar e identificar en alguna parte del cuerpo del delincuente el factor diferencial que explique la conducta delictiva. Cabe destacar: la biotipología, dentro de la que sobresalen las tres tipologías asociadas a la personalidad formuladas por Sheldon: el endomorfo (tendencia a la gordura, miembros cortos, velludo...), el mesomorfo (individuo atlético en el que predomina el desarrollo de huesos y tejidos, manos grandes...), y el ectomorfo (ser delgado, cara pequeña, nariz afilada...); siendo el componente mesomorfo el predominante en los criminales. La endocrinología, para quien el delito es consecuencia de una perturbación emocional derivada de un desajuste hormonal derivado del nivel de testosterona (hombres) o de la menstruación (mujeres). La bioquímica que trató de verificar la influencia de ciertas sustancias en la conducta humana: la carencia de vitamina B provoca una peligrosa hiperactividad que conduce al vandalismo, violencia, ausencia del colegio, abuso de drogas, etcétera; y determinados contaminantes ambientales, como plomo o mercurio, peligrosos desajustes de conducta.

Finalmente, la genética criminal postuló una herencia delictiva. Cuando en los años sesenta se descubrió el nuevo cromosoma de la doble Y, algunos pensaron que en él se hallaba la explicación de las conductas violentas y agresivas. Investigaciones posteriores comprobaron que la trisonomía cromosómica XYY es una anomalía que sólo afecta a un mínimo porcentaje poblacional.

Para el segundo grupo de respuestas al interrogante objeto de estudio, teorías psicológicas, la explicación del comportamiento delictivo hay que buscarla en el mundo anímico de los propios hombre. Destacamos: Las teorías psicoanalíticas que, con planteamientos cercanos a las aportaciones más clásicas de Sigmund Freud sobre la génesis delictual, sugieren que el delito se origina por conflictos psíquicos no resueltos ubicados generalmente en el nivel inconsciente de la mente humana: sentimientos de culpabilidad, defectuosa incorporación del "super yo", complejo de Edipo, contenido simbólico del crimen...

Las teorías psiquiátricas, que asocian las enfermedades mentales (psicopatía, esquizofrenia, epilepsia, etcétera) con la criminalidad. Sin embargo, según los últimos estudios realizados, la conexión entre la enfermedad mental y el crimen, salvo excepciones, es muy tenue. Ponderando el total de la población criminal, el delincuente enfermo es poco significativo, por el contrario, la experiencia demuestra que la mayor parte de los infractores de la ley son sorprendentemente normales desde un punto de vista psíquico.

Para finalizar con este grupo, las teorías de la psicología empírica fundamentaron la causa desde cuatro modelos basados ya en factores hereditarios, ya en el entorno social y ambiental (de ahí la célebre frase de Bandura: "El crimen se aprende"), ya en el desarrollo normal y proceso cognitivo o ya en el modelo factorial o de variables de la personalidad.

El último grupo de respuestas lo constituyen las teorías sociológicas que contemplan el delito como un fenómeno de la sociedad. El análisis empírico de sus causas debe tener en cuenta factores externos al individuo, de carácter social y económico, que son los que hacen comprensible su conducta y permiten su valoración en un contexto más amplio de lo que es su propia individualidad. Se pueden citar como más representativas:

-Las Teorías ecológicas que examinan la influencia que sobre la delincuencia tiene el medio o contexto en el que las personan habitan. Parten de la denominada Escuela de Chicago que puso de manifiesto la influencia del entorno urbano en la conducta humana investigando las consecuencias sociales derivadas del rápido crecimiento de la ciudad a partir de su proceso de industrialización provocador de un constante flujo de inmigración que se asentó en los lugares más baratos, mientras las personas más pudientes se trasladaban a otras áreas.

-Las teorías de la anomia (Durkhein y Merton), que explican el delito a partir de que determinadas características de la sociedad propician su existencia. La excesiva importancia atribuida a los fines que debe alcanzar la persona promueven que ésta, sobre todo cuando carece de medios lícitos para alcanzar tales metas, se pueda plantear su logro mediante el recurso a medios ilícitos. La criminalidad, en gran parte, es fruto de la desigualdad social. Los delincuentes cometen crímenes porque desean lo que deseamos todos, pero sin poder obtenerlo legalmente.

-Otras, las teorías subculturales (Cohen), surgieron en la década de los cincuenta como respuesta a los problemas planteados en los Estados Unidos con determinadas minorías marginales, centrándose, fundamentalmente, en la delincuencia juvenil de las clases bajas de la sociedad. El comportamiento delictivo reflejaría una protesta contra las normas de las clases medias norteamericanas. Como la estructura social impide al joven de las clases bajas el acceso al bienestar por vías legales, éste experimenta un conflicto cultural o estado de frustración que determina la integración del mismo en una subcultura separada de la sociedad.

-Para terminar con este grupo, las teorías del proceso social parten del hecho de que toda persona tiene el potencial necesario para devenir criminal en algún momento de su vida, si bien es mayor en las clases bajas sociales por una serie de carencias concurrentes en la misma. Ofrecen tres respuestas distintas al fenómeno de la criminalidad: teoría del aprendizaje social (el crimen no es algo anormal, ni signo de una personalidad inmadura, sino un comportamiento o hábito adquirido, una conducta que se aprende en el curso del proceso de socialización); teoría del control social (todo individuo es un infractor en potencia y sólo el miedo al daño irreparable que pudiera ocasionarle el delito en sus relaciones interpersonales (amigos, padres, vecinos...) le frenan a la hora de cometer hechos delictivos; la causa de la criminalidad, independientemente de su estrato social, no es otra que el debilitamiento de esos lazos que le unen a la sociedad); y teoría del etiquetamiento (son las instancias del control social las que generan el carácter delictivo de un comportamiento al etiquetarlo, estigmatizando y marginando fatalmente al desviado en su comportamiento futuro; la sociedad no contemplará ya a ese individuo tal y como es, sino según "espera" que sea; finalmente, cerrando ese fatal círculo vicioso, la pena lo corromperá en lugar de rehabilitarlo).

Después de tantas teorías, se podría concluir con la afirmación de que la existencia del delito en la historia de la humanidad es un fenómeno consustancial a la misma, pero ¿se delinque porque se nace delincuente o se delinque porque el delincuente se hace?