El Palacio era el escenario adecuado para que Rufus Wainwright sintiese a gusto. A esas tablas se han subido sopranos y tenores para representar títulos operísticos que habrá escuchado miles de veces. Rufus ama el género. "Hola", saludó en castellano, para después seguir en inglés: "Gracias, es genial estar aquí, ¡vamos a pasarlo hoy bien en la ópera!". Teatral e íntimo, comenzó el concierto a capela y con las luces apagadas.

Con su banda detrás, abrió con las canciones de su último disco y arrojó voz y show, también con la guitarra entre las manos o al piano. Entre canción y canción se confesó. Dedicó un tema a su padre, otro a su hija y otro a su novio, con el que se casa en agosto. Y aprovechó el momento para agradecer a los españoles su apoyo a los derechos de los homosexuales. "¡Viva España!", proclamó.