-¿Cómo vive la orquesta la marcha de Víctor Pablo Pérez, el que ha sido su director desde su fundación?

-Por un lado con tranquilidad, porque entre todos se ha hecho un esfuerzo enorme para asegurar una transición suave, en pocos años ha cambiado el Gobierno local, hay un gerente nuevo, un director nuevo, los comités, Víctor (Pablo Pérez) y (Jesús) López Cobos... Entre todos se trabajó mucho y el nuevo Gobierno local se dio cuenta enseguida de la importancia del proyecto para la imagen de A Coruña. Por el otro lado, con ilusión porque en la programación de la nueva temporada se ve mucha ambición, mucha confianza en nuestro trabajo.

-Los que conocen bien la orquesta dicen que, si es tan buena, es por sus músicos, ¿están notando los efectos de la crisis?

-La calidad de una orquesta consiste en tener un equipo sin fisuras. Destacados solistas, apoyados por una calidad profunda en todas las secciones. Strauss, Wagner y Brahms escribían pasajes importantes para cada músico, cada plaza es una auténtica especialidad. También tenemos una enorme calidad en la cuerda tutti (sección de cuerda). Muchísimo repertorio, experiencia... Todo ayuda, pero el elemento clave que convierte todo esto en algo grande es la ilusión, la chispa. La crisis merma nuestra competitividad, no solo por la falta de fondos, sino por las restricciones que se están imponiendo. En lugar de fomentar la creatividad, la excelencia y la ilusión, como una reacción ante la crisis, estos factores se reprimen con legislación injusta. Es muy peligroso. Toda gestión es una simbiosis de realidad y optimismo. Sin optimismo perderemos la chispa.

-¿Se han marchado compañeros porque la OSG no puede ofrecerle los sueldos o la proyección que esperaban tras los recortes (ha perdido un tercio de su financiación en los últimos cinco años)?

-Tenemos que conseguir un equilibrio entre las demandas de la programación y las necesidades individuales para mantener una carrera artística propia, o simplemente para descansar o desconectar de vez en cuando. Algunos músicos que eligen la excedencia, lo hacen porque no hay otras opciones, como reducción de jornada o simplemente un régimen razonable de libranzas y permisos sin sueldo.

-Por Real Decreto no se pueden convocar plazas para la orquesta, ¿puede repercutir esta situación en el sonido de la formación o en los proyectos que pueda acometer en el futuro?

-¡Hay que sacar las plazas ya! Las plazas tutti vacantes causan un desgaste enorme en la sección de violines. Concertino, timbal, solista de trompa, son plazas muy importantes en cualquier orquesta. La plantilla es muy pequeña para el tipo de programación que se hace.

-¿Qué les parecen a los músicos las medidas que está tomando la orquesta para recaudar fondos y reunir liquidez, como el proyecto del mecenazgo o ampliar el número de conciertos?

-Un modelo de financiación mixto puede ser bueno, pero la legislación no lo favorece. La gerencia actual entiende la importancia de la divulgación por internet, pero aún se puede hacer muchísimo mas. Requiere un proyecto de marketing de calado profundo. Somos novatos en ese campo. A los medios no les interesa la música clásica, es todo deportes, y como un proyecto periférico no tenemos acceso a los de las grandes ciudades. También se entiende bien la necesidad de los satélites, la joven orquesta, los coros, son proyectos muy nobles que crean un apoyo muy profundo en la sociedad, pero aun así se puede hacer mucho más. Los músicos de la OSG en general no están integrados en la sociedad gallega como docentes, no dan clases en centros que emiten titulación oficial, a estos efectos somos una fuente de riqueza cultural desaprovechada.

-¿En qué medida se escuchan las propuestas de los músicos?

-Con el nuevo gerente hay mucha más voluntad para escuchar nuestras propuestas, pero tradicionalmente no participamos en las decisiones.

-¿Cuáles son los retos a los que se enfrenta el comité de empresa a día de hoy en una orquesta como la Sinfónica?

-Que se nos escuche es el principal reto del comité. En el colectivo existe una sensación de agravio que proviene de un modelo de gestión en el que los músicos no tenían nombre en el programa de mano, se consideraban mercenarios, nuestros contratos vencían cada año o dos años. Yo todavía conservo las cartas. Una me informa de que mi colaboración con la OSG ha terminado y otra, con fecha del día siguiente, me felicita por mi integración en la OSG, como si yo fuese otra persona. Ahora esto es parte de la psicología colectiva, son los fantasmas de la OSG. El 20 aniversario del año pasado se vivió con poca ilusión, supuso un trabajo muy intensivo pero nadie nos felicitó ni nos dio las gracias. Tenemos que mejorar muchísimo en este aspecto. Tenemos que conseguir confianza y respeto mutuo, y en base a esa relación hay que sanear el ambiente, pero requiere mucha dedicación, y cualquier error nos retrasa diez años.

-¿Cómo cree que estará la OSG dentro de otros veinte años?

-Depende de cómo cuidemos los recursos. Nuestro único recurso es el humano. Hay que conservarlo, mejorando las condiciones actuales, y también hay que atraer nuevos talentos. Están saliendo músicos gallegos y españoles muy interesantes, tenemos que asegurarnos de que los mejores quieran formar parte de la OSG del futuro.