"A mí se me había metido en la cabeza que quería ser arquitecto como mi padre, porque había visto lo que él hacía y a mí aquello me gustaba", explicaba Milagros Rey Hombre cómo nació en ella la vocación de la arquitectura, que le hizo convertirse en la primera titulada de esta profesión en Galicia y en la tercera de España. Su fallecimiento el pasado lunes supone la desaparición de una pionera en el campo de la equiparación femenina, puesto que nunca se echó atrás a la hora de llevar a cabo sus proyectos por el hecho de ser mujer.

Una de las personas que le inculcó la afición por el dibujo fue Castelao, quien le enseñó a manejar el lápiz cuando era un niña y de quien guardaba un emotivo recuerdo. "Yo era un poco revoltosa. Me mandaron un año de servicios sociales obligatorios", comentaba para explicar su carácter indómito, que chocaba en la España de los años treinta en la que transcurrió su infancia. Cuando llegó la hora de decidir su futuro, su padre, el prestigioso arquitecto Santiago Rey Pedreira, le hizo una propuesta: "Si apruebas a la primera la reválida de séptimo, estudias la carrera de Arquitectura". Su reacción era la que cabía esperar de su carácter, ya que así comentaba el resultado del examen: "Tuve que estudiar mucho pero la saqué. Y además le chinché, porque la saqué con premio extraordinario. Fui la primera de Galicia. Era el año 1947".

Trasladada a Madrid para cursar la carrera, ser la única mujer de la escuela no fue un impedimento para que acabase los estudios, hasta el punto de que llegó a practicar el rugby con el equipo de su centro universitario. Una vez concluida su formación, inició su actividad profesional con el diseño de una vivienda de fin de semana situada entre Santa Cristina y Bastiagueiro. Siempre manifestó que los únicos problemas que tuvo al ejercer no fueron con sus colegas ni con los trabajadores de la construcción, de quienes decía que estaban "muy orgullosos de tener una jefa". Los conflictos se produjeron con "señoras que creían que iba contra la moral trabajar rodeada de hombres" y que se escandalizaban por su actividad profesional. "¿Qué creerían que hacía yo en un andamio?", se preguntaba Milagros.

"En el 68 fuimos una compañera y yo a un congreso en Praga y nos preguntaron cuántas mujeres arquitectas había en España. Les dijimos que cinco, creyeron que nos referíamos a un 5% y aún así les parecieron poquísimas, así que no les aclaramos que éramos cinco en total", recordaba sobre la escasez de mujeres entre sus compañeros. El polígono de Elviña fue su primera actuación pública, a la que seguiría el cargo de arquitecta municipal durante siete años, periodo en el que diseñó la emblemática fuente de Cuatro Caminos, que el año pasado cumplió 50 años, y en el que llegó a ser nombrada jefe del Cuerpo de Bomberos, por lo que tuvo que dirigir las tareas de rescate en el desplome del túnel de Casablanca y en el accidente aéreo de Montrove en 1973.

También ejerció la docencia en la Escuela de Arquitectura y, como profesional, fue también pionera al diseñar el primer rascacielos que se levantó en A Coruña, la llamada Torre de los Maestros de Juan Flórez.