Ante un acto musical tan extenso (casi tres horas) y complejo (cinco cantantes, gran orquesta sinfónica y trece compositores diferentes para 22 fragmentos de ópera y zarzuela), el crítico ha de conformarse con realizar breves apuntes de un recital que tuvo un éxito clamoroso. Ante todo, hay que señalar la generosidad de los que lo hicieron posible ya que, dado su carácter benéfico, actuaron "ad honorem". Y también su extraordinaria profesionalidad ya que dieron lo mejor de ellos mismos. Se abrió el concierto con una impresionante versión de la obertura de La forza del destino y a continuación, los cinco artistas interpretaron arias y dúos de óperas de Verdi: Luisa Miller (Veramendi) e Il trovatore (Rey; Cornetti; Rey y Rodríguez). El dúo de Violetta y Germont, de La Traviata, (Arteta y Rodríguez) dio fin a la primera parte con un público absolutamente entregado. En la segunda, Pérez Sierra realizó una preciosa versión del intermedio de Cavalleria rusticana, que dirigió sin batuta, y un preludio de La Revoltosa (Chapí), que emocionó al público. El barítono Rodríguez hizo un soberbio prólogo de Payasos (Leoncavallo) -La bemol incluido- y cantó con Arteta un dúo de La del manojo de rosas (Sorozábal), que el público celebró con una aclamación; en su bis, romanza de Luisa Fernanda (Moreno Torroba), hizo la frase final de un solo aliento, lo que, por su dificultad, no suele ser habitual. La magnífica mezzo, Cornetti, cantó arias de Adriana Lecouvreur (Cilea) y de Sanson y Dalila (Saint-Saëns); Arteta, soberbia en una gran versión de Manon Lescaut y en un conmovedor Visi d'arte, de Tosca (Puccini); Rey, muy notable en un aria de Turandot (Puccini) y de El niño judío (Luna); fue aclamada tras cantar como bis Lela (Rosendo Mato). Veramendi, espléndido en Turandot, La tabernera del puerto (Sorozábal) y en la preciosa versión de La flor de la canela (Chabuca Granda). Una página de My fair lady, de Frederick Loewe, cantada por los cinco artistas cerró, con el público puesto en pie, el recital.