El interesante acto musical del jueves puso a prueba la capacidad lírica y la flexibilidad para adaptarse a la expresión cantada que siempre han sido virtudes contrastadas de la Banda Municipal coruñesa. No era un concierto fácil, pero la agrupación, bajo la acertada batuta de Represas, salió airosa del reto planteado. Las cuatro sopranos -cuatro alumnas, no olvidemos- mostraron, cada una dentro de su estilo y carácter, un alto nivel vocal e interpretativo. Marta Casas posee una bella voz de soprano lírica y gran facilidad en el agudo; expresó muy bien toda la amplia escena del último acto de Otelo, de Verdi, y arrebató al público con la romanza De España vengo, de El niño judío, de Luna. Carla Romalde es una lírico-ligera con facilidad para la coloratura; gustó mucho su versión del aria Eccomi in lieta vesta, de Capuletos y Montescos, de Bellini, y aún más las carceleras de Las hijas del Zebedeo, de Chapí. Cristina Suárez tiene una cuerda de soprano lírica, también con facilidad para la coloratura (bellos "picados"); interpretó con acierto el aria Una voce poco fà, de El barbero de Sevilla, de Rossini, y fue aclamada tras su versión de la bella romanza de La del manojo de rosas, de Sorozábal. En fin, Lis Teuntor, una mezzosoprano de timbre interesante, cantó el aria Voi che sapete, de Las bodas de Fígaro, de Mozart, el aria de Orfeo y Eurídice, de Gluck, y la romanza de Los claveles, de Serrano, que le valió una gran ovación. La Banda, además de su labor como acompañante, realizó tres espléndidas interpretaciones: Poeta y aldeano, de Suppé; Intermedio de Cavalleria rusticana, de Mascagni; y La leyenda del beso, de Soutullo y Vert. Finalizó el acto con dos bises: La barcarola, de Los cuentos de Hoffmann, de Offenbach, interpretada por las cuatro sopranos, y el pasodoble, Amigos, siempre amigos, de Los gavilanes, de Guerrero, con las mismas intérpretes y la entusiasta participación del público .