Uno de los presuntos cabecillas, Jesús Mejuto, acusó al procesado al que asegura que le pagaron 3.000 euros por transportar a la víctima y 2.000 por llevar una pistola de "verdad" de atar a la víctima "como si fuese un becerro". El imputado afirmó durante el juicio que desató al afectado. "Miguélez lo ató como a un ternero de su granja", insistió, al tiempo que testificó que intentó tranquilizar al maderero. "Le dije que estuviese tranquilo que no iba a pasarle nada. Le compré pulpo, vino y cocido. No pasó hambre", subrayó.