Era su segunda cita. Alexandra Candamio e Iria Vázquez paseaban y se conocían por la plaza de Lugo cuando se vieron sorprendidas por el paseo preposelectoral de Pedro Sánchez. Es la historia del selfie con beso y político que dio la vuelta a España. No fue solo un divertimento para recordar cuando pasen los años, sino un acto espontáneo y reivindicativo de unas veinteañeras con personalidad que sabían muy bien lo que hacían cuando se plantaron ante el socialista: "Lo único que queremos es normalizar una situación que debería ser normal, todos somos iguales".

"Había un montón de gente, nos subimos a un banco y lo vimos", rememora Iria sobre el pasado 11 de marzo. Estas estudiantes de Adormideras, de la generación del selfie y las redes sociales, desenfundaron el móvil y también la palabra: "Le preguntamos si apoyaba al colectivo homosexual y si podíamos sacarnos una foto dándonos un beso". Sánchez aceptó. "Se puso un poco incómodo ". Alexandra describe la reacción de Sánchez ante una escena fresca en tiempos de encorsetamiento político. "No podía decir que no", narran las jóvenes, que relatan cómo las dificultades para lograr que la imagen saliese bien le hicieron escuchar solo a medias la respuesta de Sánchez sobre sus políticas LGTB. La fotografía de la fotografía, publicada por este periódico y firmada por Víctor Echave, corrió como la pólvora .

¿Las reacciones? "Hubo de todo", también reflejo de lo que se encuentran en la calle. "Ya solo con la respuesta de la foto se ve cómo son las cosas, hubo buenas respuestas y otras no. Nos decían: 'Esto es totalmente innecesario'. Si fuera innecesario no dirían eso", razona las chicas. Incluso tuvieron que pedir a un perfil de Twitter que sube porno que retirasen la imagen, que usaban como un reclamo para un concurso. "Nos estaban sexualizando", dice Iria. "Y eso es precisamente una de las cosas que no queremos", apostilla Alexandra, que cree que es "más grave" que la incomprensión provenga de gente joven, como sí pasa, que de personas mayores.

Frente al tópico sobre la desafección política de los jóvenes, Iria y Alexandra, de 20 años, dicen que sí les preocupa su entorno. "Nos importa lo que dicen los partidos respecto a este colectivo y otros colectivos también oprimidos. Por eso hicimos un poco esto", defiende Vázquez, que forma parte de la Marea LGTB. A pesar del selfie con Pedro Sánchez, ninguna es simpatizante del PSOE. "Cualquier partido es importante y legalizaron el matrimonio y eso, lo preferimos a otros pero no somos sus votantes".

Por encima de todo, tienen muy claro qué es lo quieren conseguir, que la gente no se ponga unas gafas diferentes para mirarlas cuando muestran su afecto por la calle. El mismo día en que se hicieron la popular instantánea tuvieron que aguantar "cuchicheos y risas" en el Campo de Marte al darse un beso de despedida. "Hay miedo, yo tengo un amigo que no se daba la mano con su novio porque la primera vez que lo hicieron lo pasaron mal", describe Iria, que señala que ella no ha sufrido agresiones homófobas pero que otros sí. "No necesitamos que nos digan qué monas somos. No queremos ni que hagan comentarios positivos ni negativos. Solo que nos miren de forma normal".