La pianista lisboeta Maria João Pires llegará mañana a las 20.30 horas al Palacio de la Ópera de la mano de su Proyecto Partitura, una iniciativa a través de la cual comparte escenario con músicos de nuevas generaciones. En este concierto la acompañará el pianista francés Julien Brocal que tocará, tras la obertura Las criaturas de Prometeo de Beethoven interpretada por la Sinfónica de Galicia, el concierto para piano y orquesta número uno de Chopin al que seguirá el piano de Pires, que dará forma al número dos.

-¿Cómo nació el llamado Proyecto Partitura?

-Algunos de mis estudiantes y yo decidimos crear un movimiento para tomar conciencia de la idea de ser músico. Vivimos en un mundo en el que las personas piensan mucho en sí mismas y no contribuyen con su talento a la sociedad. Que el mundo esté cada vez más conectado nos deja la responsabilidad de transmitir nuestros mensajes. Creo que los músicos se han vuelto gente solitaria. ¿Por qué deberíamos ser gente solitaria que toca en auditorios solo para ciertas personas? Intentamos ser exitosos pero, ¿qué significa eso? Es algo que requiere de mucha responsabilidad. Y en ese momento te preguntas qué has hecho para merecer ese privilegio y para devolverlo a la sociedad. Este movimiento crea cosas como coros de niños en procesos en los que la necesidad es urgente: niños de países en guerra, huérfanos...

-¿Qué le aporta a ustedes esta iniciativa?

-Aprendemos mucho de todas esas personas, a veces hemos trabajado incluso en prisiones. Ellos han experimentado situaciones dolorosas que les han hecho crecer. Es una comunicación muy equitativa.

-En este concierto usted tocará con un músico más joven. Si hubiese tenido la oportunidad de participar en este proyecto en sus inicios, ¿qué músico le habría gustado que fuese su mentor?

-El pianista rumano Dinu Lipatti, entre muchos otros (ríe).

-¿Cuál es el principal consejo que suele transmitir a los alumnos que comienzan a trabajar con usted?

-Conocerse a sí mismos, para dar lo mejor que tienen a los demás, siendo personas conscientes e informadas. Ese es el primer paso para leer una partitura y para entender lo que el compositor ha querido transmitir. Es una conexión universal.

-Tanto usted como Brocal interpretarán obras de Chopin. Él decía que la simplicidad es la meta más alta, alcanzable cuando se han superado todas las dificultades. ¿Siente que la ha alcanzado?

-La verdad es que no me preocupa si he alcanzado algo. Estoy más interesada en el hecho de estar buscándolo. No sé si he logrado esa simplicidad, de lo que sí estoy segura es de que la estoy buscando y creo que todos lo hacemos, que nunca llegamos ahí.

-Una profesional como usted, que comenzó a interpretar composiciones de Mozart de niña. ¿Conserva todavía la emoción del primer día en sus conciertos?

-Tengo las mismas emociones que cuando era una niña, tanto tocando como escuchando música. Sigo aprendiendo cada día. Por supuesto, la manera de aprender mejora, pero nunca se pierde la frescura a la hora de amar la música o cualquier otro tipo e arte.

-En una ocasión afirmó que los grandes compositores preparan al mundo para el próximo periodo histórico. ¿Considera que esto pasaba con mayor frecuencia en el pasado que en la actualidad?

-Hoy en día hay que separar a los artistas que trabajan únicamente con una voluntad comercial y pensando en ellos mismos y aquellos que siguen trabajando para la comunidad. Estos últimos creo que permanecen en esta perspectiva de proyectar el futuro. Yo creo que todos lo hacemos, esta transmisión es algo que pasa de forma natural.

-¿Hay algún compositor cuyos trabajos aún no haya interpretado a pesar de atraerle?

-Hay muchas cosas que no he hecho. No quiero dedicar mi vida al piano, me gustaría trabajar con otra gente, compartir ideas... Hay un momento en el que es bonito hacerse mayor: cuando pierdes en capacidad física pero ganas en comprensión. Me gusta sentir que estoy en el límite de mi capacidad física pero que entiendo cosas que no entendía cuando era joven y estaba llena de energía.