Beatriz Mato es la elegida. Doce años después de que su amigo Carlos Negreira asumiese el liderazgo de los populares en la ciudad, la conselleira coruñesa se pone en la rampa de salida para seguir el mismo camino y llegar a María Pita. Eso sí, apurando los plazos del exalcalde. Porque el PP y Alberto Núñez Feijóo están impacientes por el asalto a la muralla, y tan lejos de su cabeza está que se pase cuatro años en la oposición para bregarse en la política municipal como lo estaba perder cuatro concejales de una tacada ante una fuerza debutante. A Coruña, de nuevo, plaza simbólica en la conquista del poder urbanita en la provincia, del que disfrutaron a sus anchas solo durante 4 cuatro de los 37 años pasados desde las primeras elecciones municipales.

Está en sus manos. Un salto que, ella misma reconoce, le generó más que fuertes dudas y que "consultó con la almohada" durante "meses". La política municipal no es la autonómica. Los focos, más personalizados. La calle, otro lugar de trabajo y no de disfrute. Y el objetivo marcado de esa hoy lejana mayoría absoluta, de tal trascendencia que, por el momento, es la única diana identificada claramente por su partido para 2019.

El primer escalón será asumir la presidencia y sacar del "bloqueo" -dijo ayer en Radio Coruña- al PP local, en el que Beatriz Mato, nacida en 1965, lleva 23 años como militante. Barakaldesa hija de melidenses, quiso presentar su candidatura en la plaza de España, a medio camino entre su barrio de crianza y su residencia actual. Y es que "la chica de Os Pelamios", como se autodefinía al recibir el premio de Coruñesa del Año 2009, que otorgaba la asociación del Ensanche presidida por Gerardo Crespo, vive en un piso de la milla de oro coruñesa y es, por tanto, vecina de Francisco Vázquez y Amancio Ortega.

Ingeniera industrial de curso por año, trabajó más de una década en la esfera privada, en empresas como IBM o la consultora Norcontrol, hoy Applus (una firma que en la ciudad, por ejemplo, realizó una de las auditorías de Nostián). También en el Igape. Hasta 2002, cuando traspasa la frontera y se mete en su primer despacho público. Alguien se la recomienda al exconselleiro de Pesca, Enrique López Veiga, que la ficha en 2002, poco antes del hundimiento del Prestige, tras una entrevista. López Veiga valoró su potencial como gestora para ser la delegada territorial de Pesca a pesar de que, como ella misma relató, "no sabía diferenciar una merluza de un abadejo", una declaración espontánea que emuló recientemente ante los miembros del Consello Galego de Medio Ambiente, cuando se presentó como nueva conselleira del departamento autonómico: "yo de esto no tengo mucha idea pero pienso aprender". Este desenfado en el trato lo destacan las personas que se han relacionado con ella.

En esta época como delegada aparece en una estampa de la prensa local que, hace tres lustros, reflejaba el presente y el futuro del Partido Popular. Era 2003 y Francisco Vázquez había invitado a Manuel Fraga al bicentenario de la expedición Balmis. Allí estaban José Manuel Romay Beccaría, Arsenio Fernández de Mesa como delegado del Gobierno, Ana Pastor como ministra de Sanidad, Alberto Núñez Feijóo, entonces conselleiro, el exalcalde Carlos Negreira y Beatriz Mato. Es en estos tiempos cuando, ella como delegada y él como presidente de Portos de Galicia (2003-2005), se consolida la amistad sobradamente conocida entre la conselleira y el exregidor.

En el Parlamento de Galicia comenzó en la oposición en 2005, ante el gobierno de coalición de PSOE y BNG. Se convierte después en fija en la alineación del Ejecutivo de Núñez Fejóo, manteniéndose como conselleira comicio tras comicio y cambio de equipo tras cambio de equipo, a pesar de que, curiosamente, no era a la que más longevidad se le presuponía en las quinielas tras su nombramiento como conselleira al reconquistar el PP San Caetano en 2009. Y así, en nueve años de permanencia que solo igualan Alfonso Rueda y Rosa Quintana, ha asumido la cartera de Traballo e Benestar y, ahora, Medio Ambiente e Territorio, cargo en el que se mantendrá por el momento.

Casada con el abogado especializado en seguros Fernando Expósito y con dos hijos, Mato, que no esconde su extenso fondo de armario y sus esfuerzos por mantenerse en forma y que no escapa al ritual cascarilleiro de compartir un vino con familia y amigos, compatibilizará la gestión autonómica con la presidencia del partido en la ciudad, si sale elegida por la militancia o ni siquiera se presenta otro candidato.

Cuando asumió el cargo orgánico Carlos Negreira, en 2005, el partido estaba totalmente fraccionado. La situación es diferente ahora. Externamente todos a una, internamente en equilibrio de poderes, después de que Núñez Feijóo consiguiese fundir fuerzas en una única lista para no repetir los enfrentamientos públicos, rara avis del ecosistema de la gaviota, que ocurrieron en Vigo.

Jugará un papel fundamental el entendimiento con Rosa Gallego, tanto para evitar la bicefalia como para convencer a los afiliados que preferían a la portavoz en el Concello como su líder, achacándole a Mato cierta falta de contacto con la base. También, por supuesto, para su inmersión, como alcaldable, en el mundo de la política local. Sus primeras declaraciones en su nuevo papel de oposición han sido genéricas y con perspectiva externa, más próximas a los ataques de Núñez Feijóo a las mareas desde Santiago -"la parálisis", "el laboratorio mareante-podemita"- que a la cartilla municipal que se sabe como pocos su compañera concejal.