El debate ciudadano abierto en A Coruña por la muerte de dos personas en menos de un mes al caer a las aguas de la Dársena de La Marina no tiene correspondencia con lo ocurrido en otras ciudades españolas que disponen de zonas públicas de similares condiciones, incluso después de que en ellas hayan ocurrido sucesos semejantes. Un recorrido por los diferentes puertos de la península revela situaciones muy diferentes en cuanto a la existencia de medidas de protección de los peatones, incluso en localidades de la misma zona geográfica.

Vigo, donde existe un intenso tráfico marítimo en el interior de la ría que acerca hasta el muelle a miles de personas cada día, cuenta con una barandilla que impide las caídas al mar, aunque también hay que destacar que cuando esta actividad se interrumpe el área queda desierta. El centro comercial A Laxe, situado en ese lugar, carece de establecimientos de hostelería que puedan atraer público, al contrario que sucede en A Coruña con Los Cantones Village.

Gijón también dispone de protección en la mayor parte del puerto que está accesible a los peatones. En una de las zonas que no estaban valladas, hace años ocurrió un accidente en el que resultaron muertas cuatro personas que viajaban en un coche que dio marcha atrás en el muelle, aunque es posible que una barandilla no hubiera impedido su caída. Aún en el norte, Santander solo cuenta con barandillas en una parte de su puerto, ya que amplias zonas peatonales carecen de ellas, mientras que en Bilbao el largo paseo a lo largo de la ría sí dispone de esas barreras para evitar accidentes.

Ya en el Mediterráneo, el puerto de Barcelona, en el que existe un amplio complejo de ocio conocido como Maremagnum, carece de barandillas, situación que se repite en Valencia, aunque en esa ciudad está proyectada una gran operación de remodelación de todo el espacio portuario en el que no se desarrollan actividades económicas.

Cartagena sufrió el pasado 15 de marzo la muerte por ahogamiento de un turista irlandés que cayó al mar en un punto donde en mayo de 2015 también falleció del mismo modo tras haber salido de uno de los bares existentes en las inmediaciones. El muelle deportivo y de cruceros se encuentra en una zona muy céntrica, a solo un minuto del Ayuntamiento, lo que hace que allí se congreguen miles de personas, pero nunca ha habido una petición de barandillas, ni siquiera tras los accidentes ocurridos.

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Sin consenso sobre vallas en los muelles

Dos de los muelles de Málaga se abrieron a los ciudadanos a finales de 2011 y albergan bares y restaurantes, al tiempo que es la zona de atraque de las embarcaciones deportivas, pese a lo que no existen barreras entre el paseo, que cuenta con una larga pérgola para proteger del sol a los caminantes, y el mar.

En el caso de A Coruña, la antigua configuración de La Marina hacía que los paseantes circularan al borde del mar sin que hubiera ningún tipo de protección, a lo que además se sumaba la existencia de un pavimento de adoquines que dificultaba el paso de los peatones y un carril bici también muy próximo al agua. En el pasado incluso hubo una zona de aparcamiento de vehículos en el mismo cantil en el acceso al Náutico y nunca existió una demanda ciudadana de medidas de protección. Solo en el tramo del paseo marítimo de O Parrote existe una cadena que separa la zona peatonal del mar, aunque en medio de ambos también hay una escollera.

El informe de la Federación Española de Salvamento y Socorrismo correspondiente al año 2016 refleja que durante ese periodo se produjeron en todo el país 264 ahogamientos, de los que solo cuatro ocurrieron en zonas portuarias. El documento no detalla si estos últimos sucesos acontecieron en áreas peatonales similares a La Marina, aunque sí hace referencia a que el 88% de las muertes sucedieron en lugares que no disponían de vigilancia.