Tiene cuatro años y se llama Lionel, como Scaloni, y ya sabe que, cuando hay una emergencia, tiene que llamar a los bomberos, aunque su mamá, encerrada en la cocina, le diga que no, que no pasa nada. Lo aprendió por la mañana, en una visita que hizo al parque de A Grela, en la que le dejaron probarse un casco y le enseñaron una canción que se le quedó grabada, ¿por qué no decirlo?, a fuego, con el 080 como estribillo.

Pasado el apuro, su madre, Cintia López Cruz, lo cuenta como una anécdota "bonita" y "emocionante". "Eran las siete y algo de la tarde y él me pidió un bocadillo y fui a la cocina para hacerlo, él se fue y cerró la puerta con un golpe, pero no porque estuviese enfadado, porque se le escapó, y se fue al salón", relata la madre. El problema vino cuando quiso salir. La puerta no abría de ninguna manera, ni con el cuchillo que ella intentó usar para forzar la cerradura ni con el pequeño serrucho de juguete que Lionel tiene en su caja de herramientas, que convive con un montón de dinosaurios de colores.

"Él me decía: 'Mamá, llama a los bomberos', y yo empeñada en que no, en que lo podía arreglar, aunque fuera tirando la puerta, pero cuando vi que pasaba la hora, ya me empecé a preocupar", dice Cintia, ya más tranquila. El susto se hizo mayor a medida que pasaban los minutos, porque el pequeño quería que su mamá saliese, pero no lo conseguía, así que, se fue al salón y marcó el 080 desde el teléfono fijo para alertar a sus nuevos amigos de que su madre estaba encerrada en la cocina. Al ver que el pequeño no respondía a su voz del otro lado de la puerta, Cintia también se asustó, así que, siguiendo el consejo inicial del niño, marcó el teléfono de los bomberos desde su móvil, que "por suerte", lo tenía en la cocina.

Cuenta el sargento que estaba de guardia el martes por la tarde que nunca le había pasado nada igual, que un niño tan pequeño, que ni siquiera sabe su dirección, les llamase para alertarles de una emergencia "real". "Al niño le dijimos que se pusiese tranquilo, que ya íbamos para allí, que encendiese la tele y la viese un poquito y que, cuando acabásemos, nos hacíamos una foto todos juntos", comenta.

Hasta la calle Vales Villamarín se desplazaron tres compañeros del parque de A Grela que, primero, intentaron entrar por la puerta, pero la llave estaba echada, así que no podían abrirla si no era rompiendo la cerradura, así que acabaron la intervención entrando por la ventana del salón, donde estaba el pequeño Lionel Balseiro López, todavía con el juego de parchís que le habían regalado los bomberos por la mañana encima de la mesa.

Finalmente, poco antes de las nueve de la noche consiguieron abrir la puerta de la cocina con una sierra radial y Lionel tiene su foto con un casco amarillo que le acredita como superhéroe infantil. "A mí me emocionó mucho que llamase a los bomberos, aunque yo le dijese que no, porque veía que no podía salir", relata Cintia, que mandó un mensaje al chat de WhatsApp que tiene con las demás mamás de la clase para avisarlas de que sus pequeños habían vuelto de A Grela con el teléfono de emergencias bien aprendido.

Ayer por la tarde, Lionel, que también sabe marcar el número de su papá desde el teléfono fijo y poco dado a protagonismos, aseguraba que, de mayor, quería ser bombero. El teléfono ya se lo sabe.