Con solo un piano y un micrófono, y el proyecto de un nuevo trabajo entre las manos. Así abrirán Leonor Watling y Alejandro Pelayo, integrantes de Marlango, esta noche los Escenarios Mahou. A partir de las 21.30 horas, el grupo ofrecerá su directo en la sala Búnker (plaza de A Cormelana), donde repasarán su repertorio en un concierto íntimo para el que habían vendido todas las entradas a comienzos de este mes.

- Más de diez años sobre los escenarios y seis discos a la espalda, ¿cuál es el balance?

-Llevamos mucho tiempo, sobre todo para un grupo de música, pero la verdad es que no hacemos mucho balance, vamos día a día. Ahora estamos escribiendo, preparándonos para empezar a grabar en octubre, siempre con la premisa de que, si hay algo que contar lo contamos, y si no, no. No hay ninguna presión, eso es lo que hace que Marlango se mantenga con vida.

- ¿Es fácil eludir la presión?

-A veces la tienes, pero en realidad la presión es superficial, porque para nosotros escribir es una necesidad. Lo haríamos aunque estuviera prohibido. Es la forma que tenemos de curarnos, de entender?

- ¿Hay canciones que dejan de sentirse reales con el tiempo?

-Muchas se caen, caducan. Pero es una muerte natural.

- Y ese Marlango del 2004, ¿también lo sienten caduco?

-Pues curiosamente no. Hay otros discos que son más complicados para nosotros, que son más disfraces. Experimentos que te pruebas y te hacen gracia, pero que no eres tú. El primer disco, en cambio, sigue siendo bastante lo que somos.

- Los álbumes los hace en conjunto con Alejandro Pelayo. Dicen que se desequilibran constantemente, ¿cómo trabajan dos personas tan distintas?

-Ya estamos tan compenetrados, que nos entendemos casi sin hablarnos. Pero creo que la tensión es importante. Si fuéramos complacientes el uno con el otro y con nosotros mismos, trabajar sería un rollo. Siempre nos pinchamos para ver hasta donde se puede llegar.

- Usted además es actriz. ¿Ser intérprete es un obstáculo?

-Es un arma de doble filo. Por un lado, te facilita las cosas, porque con la propuesta que traíamos nosotros no sé quién nos hubiera abierto la puerta sin el aliciente de conocer a la cantante. Pero a la vez pagas un peaje muy caro. En el primer disco todo era "bueno, esto será el capricho de una actriz". Para eso la única respuesta es el tiempo.

- Hoy darán un concierto de pequeño aforo. ¿Qué se consigue en una sala que no se logre llenando estadios?

-Otra energía. También da mucho más miedo tocar en una sala pequeña. Es más difícil, porque vamos piano y voz y no hay donde esconderse. Pero descubres las canciones desde otro lado, y tienes más libertad con todo, con el repertorio, los tempos, los arreglos?

- Pero ya no irán con miedo.

-Siempre vas con respeto, porque estás poniéndote delante de gente y quieres que se impliquen y eso siempre es un reto. Pero nos lo pasamos bien por encima de todo.

- Tom Waits le dijo que la inspiración viene de los errores, ¿ha sucedido con Marlango?

-¡Muchísimas veces! [se ríe]. Desde el propio nombre, que es una mala interpretación de una palabra de Tom Waits, que dijo Montelongo y yo entendí Marlango; hasta acordes que haces porque te has equivocado y son maravillosos? Creo que estamos todo el rato sujetos a eso, y es estupendo.

- Dicen que cada disco es parte de un mismo camino, ¿hacia dónde conduce?

-No lo sé, yo creo que por eso seguimos haciéndolo [se ríe], porque vas buscando algo. Todo el rato, cuando terminas de escribir una canción nueva, te vas a casa súper satisfecha y con un subidón. Pero a la mañana siguiente te das cuenta de que hay algo que todavía no has encontrado o que te falta por decir. Eso es lo que hace que sigamos.