Un mariscador que fue interceptado en agosto de 2011 cuando portaba 119 kilos de almejas y berberechos tóxicos de la ría de O Burgo para comercializarlos ha sido condenado como autor de un delito contra la salud pública. El procesado reconoció los hechos y aceptó que el juez le impusiese tres años de inhabilitación para ejercer el marisqueo, el pago de una multa de 720 euros y un año de prisión, que no cumplirá con la condición de que durante dos años no vuelva a delinquir. Los productos que le decomisaron fueron analizados por el Instituto Tecnolóxico para el Control do Medio Mariño de Galicia (Intecmar), que concluyó que se hallaban afectados por una toxina que se caracteriza por la provocación en los consumidores de "cuadros agudos de diarrea, náuseas, vómitos y dolor abdominal de unos pocos días de duración, así como, en casos extremos, y dependiendo de las dosis ingeridas, del fallecimiento del afectado por intoxicación aguda o de la aparición en el mismo de mutaciones celulares de tipo cancerígeno".

El servicio de Guardacostas de Galicia, perteneciente a la Consellería do Mar, y la policía autonómica le siguieron la pista al sospechoso tras averiguar que se dedicaba "habitualmente", en agosto de 2011, a la extracción furtiva y comercialización de marisco de la ría de O Burgo. "Esta actividad se encontraba totalmente prohibida por los demostrados peligros que, por culpa de la contaminación de sus aguas, representaba para la salud de los consumidores la ingesta de este tipo de productos", subraya el titular de Penal 1 en el fallo, en el que recalca que el condenado "conocía de sobra la veda" porque era mariscador profesional.

Los funcionarios policiales y los de Guardacostas detectaron el vehículo del sospechoso sobre las siete y media de la mañana del 10 de agosto de 2011 en la Conservera Celta, desde donde lo siguieron hasta interceptarlo en el aparcamiento del hospital Labaca. Los agentes descubrieron que en el maletero escondía cuatro capachos y varias redes, en cuyo interior había 22,2 kilos de almeja babosa; 46,5 de berberechos; 26,3 de almeja fina; y 24 de almeja japónica. El imputado admitió ante el juez que había extraído los bivalvos de la ría y que los transportaba para su entrega "a personas que no han sido identificadas" para su posterior "introducción en el circuito comercial y al consumo humano, en último término".

La Fiscalía reclamaba que el procesado fuese inhabilitado para ejercer el marisqueo durante cinco años y que fuese penado a dos años de cárcel y a pagar una multa de 2.700 euros. Finalmente, llegó a un acuerdo con la defensa sobre la pena, por lo que el juicio no se celebró y el juez dictó sentencia oral.