Los 200 policías nacionales de Galicia movilizados de forma extraordinaria en Barcelona desde mediados de septiembre para intervenir cuando se les ordene por los actos relacionados con el desafío soberanista del Govern catalán están alojados en uno de los tres barcos habilitados por el Ministerio del Interior, el Rhapsody. Las incómodas condiciones de estancia en este crucero y la incertidumbre respecto al momento en que podrán regresar a sus hogares, que desconocen por completo, han provocado numerosas quejas de los agentes, según denuncia el Sindicato Unificado de Policía (SUP).

Las reducidas dimensiones de los camarotes que ocupan los policías y el menú repetitivo con el que se alimentan suscitan la mayoría de protestas. "Estar alojados en estas habitaciones es inconcebible en estos tiempos. Estamos dos personas en cuatro metros cuadrados, menos espacio que una celda de presos, sin sitio físico para movernos, sin poder sacar la ropa de las maletas", cuenta un agente coruñés que lleva casi un mes en el barco. En este tiempo come y cena pasta, un día tras otro, con excepcionales momentos para probar pollo, patatas o un pescado que considera "horrible". "Ni en la mili comíamos así", compara. "Esto es un ferry de los que hacen travesías de tres o cuatro días, pero aquí no se puede pasar tanto tiempo", se lamenta.

Más enfado, generalizado en la mayoría de los policías, provoca la falta de información del Gobierno sobre su vuelta a casa. El ministro de Interior, Juan Ignacio Zoido, hizo una visita inesperada a los efectivos embarcados para "transmitir ánimo, hablar bien y pedir aguante". Pero los agentes siguen en el barco sine die, sin fecha límite. Y mañana habrá un Consejo de Ministros extraordinario para aprobar la puesta en marcha del artículo 155 con el que pretende frenar el desafío independentista, lo que seguramente alargará la estancia policial en Barcelona ante el riesgo de incidentes.

"El otro día mi mujer sabía antes que yo que íbamos a continuar aquí por lo menos hasta el día 21, se lo había oído decir a alguien en la tele, lo sabía antes que nosotros. Mi hija me preguntó si iba a estar de vuelta antes de Navidad. Eso espero", cuenta el policía coruñés, que admite que la moral de sus compañeros y de sus familias "está por los suelos": "Es que ha habido días en los que no hemos salido del barco, aquí estamos sin nada que hacer, y no nos han dado ningún día de permiso para volver luego".

Las condiciones en las que están alojados en el puerto barcelonés otros policías y guardias civiles en otro de los cruceros, el Moby Dada decorado con los dibujos del pato Lucas y Piolín, son todavía peores, admiten sus compañeros del Rhapsody. Viven también en espacios reducidos, con basura amontonada en los pasillos, menús que dejan mucho que desear y la conexión a internet limitada.