Desde Badalona, payo y sin una gran tradición musical en su familia. Pocos habrían apostado en sus inicios a que Miguel Poveda, cantaor con más de diez discos y dos decenas de premios por su trayectoria a sus espaldas, se convirtiese algún día en la destacada voz del panorama flamenco que es en la actualidad. El catalán llega esta tarde con un Recital de cantes al Palacio de la Ópera , que llenará de soleás, seguiriyas y bulerías a partir de las 20.00 horas. Caracterizado por su fusión del flamenco tradicional con otros géneros musicales, su cariño hacia las coplas y su admiración por la poesía, Poveda ha dejado en su lista discográfica álbumes como sus Sonetos y poemas para la libertad,

--Casi treinta años en la profesión, ¿qué balance hace?

-Un balance de crecimiento y aprendizaje continuo. Todos estos años de música y lucha me han servido para formarme como ser humano y la curiosidad que he tenido siempre por las distintas culturas y el viajar tanto me han hecho darme cuenta de lo pequeñitos que somos.

-Comenzó escuchando coplas y flamenco en su habitación, ¿cómo recuerda a ese Miguel que tanteaba, todavía desde la afición, su entrada en el mundo de la música?

-Con ternura. Recuerdo a un chavalillo que jugaba con discos de vinilo, cintas de casetes y que respetaba el tocadiscos de su padre como si aquello fuese un templo. Después mi primer radiocasete ha sido mi mejor juguete y con el que empecé a jugar a ser artista.

-¿Era difícil ser cantaor desde Badalona?

-Tenía tantas ganas de cantar y tan poca conciencia de esas cuestiones que solo me obsesionaba aprender cantes para luego llegar a las peñas flamencas de Cataluña y volcar todo lo que aprendía. No me di cuenta de todo eso hasta que los demás empezaron a decírmelo.

-En su primer disco, Viento del Este, hace un flamenco muy clásico. ¿Cuándo decidió que esa idea de que el flamenco tenía que ser ortodoxo había dejado de importar, que era libre de fusionarlo?

-El flamenco tradicional es lo que más me importa y lo que me conmueve día a día pero también he crecido en la diversidad musical desde pequeño. Mi padre ponía discos de The Beatles y Pink Floyd y mi madre lo mismo escuchaba a Bambino que a Lucho Gatica. Después pasé años en el Taller de Músics de Barcelona conviviendo con músicos de todas las disciplinas con total libertad y eso me ha hecho afrontar otros retos sin prejuicios y desde la más absoluta normalidad.

-“No hay que encerrarse en el flamenco, sino abrirle la puerta”, dijo en una ocasión Pepe Habichuela. ¿La puerta se ha abierto, o el flamenco sigue cerrado sobre sí mismo?

-Hay círculos más cerrados y yo entiendo y respeto a los que se preocupan de conservar y potenciar las raíces de este arte. Es necesario que haya cultura de lo que es el flamenco más tradicional pero un artista que también tenga otras inquietudes tiene que dar rienda suelta a la búsqueda, aunque a veces se pierda en ella.

-Usted abrió esa puerta no solo mezclando el flamenco con otros estilos, sino también tendiendo puentes con otras lenguas, como su disco en catalán Desglaç. Unos puentes entre culturas que a día de hoy no están en su mejor momento.

-La situación en la Cataluña que yo he nacido y crecido me entristece por culpa de políticos irresponsables. Mis padres como otra tanta gente que emigró formaron su vida allí desde muy jóvenes luchando mucho e integrándose de tal manera que han sido unos catalanes más. Mi crecimiento ha pasado por bailar sardanas en el cole y cantar por soleá en las peñas flamencas los fines de semana. Grabé un disco en catalán que tuve oportunidad de cantar en Tokyo, Nueva York, Frankfurt, Las Palmas o la Residencia de estudiantes de Madrid y he sido casteller en una película de Bigas Luna además de ser cantaor Flamenco. Esa es mi manera de divulgar la cultura de mi tierra, de vivir en armonía a través de la música y reafirmarme en lo que soy en esencia, un catalán diverso, español y del mundo aún respetando los sentimientos independentistas, aunque no los comparta.

-Aquel disco lo lanzó en 2005. Diez años después sacó Sonetos y poemas para la libertad, su álbum más reciente. ¿Por qué esa huella tan profunda de la poesía en su música?

-Porque soy un amante de los textos y de esa capacidad para expresar lo que todo el mundo sentimos, pero no somos capaces de contar con tanta belleza y profundidad.

-Le ha cantado a Miguel Hernández, a Quevedo... Tengo entendido que el siguiente estará dedicado a Lorca.

-Es la primera vez que afronto la mayoría de música y selección de los poemas, en este caso de Federico por el que siento algo muy especial. El maestro Amargós y otros grandes músicos me están ayudando y estoy feliz del resultado y deseando que llegue la primavera para compartirlo con todo el mundo. Será un disco doble con el que celebraré 30 años de música y que pasará por el cante clásico, pero también por Bambino, Alan Parson...