Crear una ópera no es empresa fácil. La de Ozores y Bussi ha tardado en ver la luz cinco años. A tenor de las dos arias escuchadas -y de que se trata de una primera audición-, podemos decir que estamos ante una obra que honra a la autora de la novela y también a sus creadores. No es pequeño mérito el de Javier Ozores adaptar para el teatro -y, aún mas, para el teatro lírico, con sus particulares exigencias- la novela de doña Emilia. Y lo mismo cabe decir de Gabriel Bussi, creador de una música que promete cautivar al oyente por la innegable belleza y el lirismo de buena ley. Ahora, tras esta brillante presentación en el escenario mismo en que se desarrolla la inmortal novela (primera de carácter social en la literatura española), solo resta conseguir que se represente, en su integridad, mediante el apoyo de todas las instituciones gallegas. Lo ideal sería que tuviese lugar dentro de nuestro Festival de Ópera que tendría el honor de su estreno mundial. Teresa Novoa prestó su hermoso timbre de soprano dramática y su maestría en el arte del canto a dos hermosos momentos de la obra: en el primero, la protagonista, Amparo, dedica un dulce arrolo, un canto de berce, al niño que aún lleva en su seno; en el segundo, ya con los dolores de parto, los acentos que dirige a su vástago son entonces trágicos y comprometidos. La acompañó la pianista japonesa Haruna Takebe. Una y otra artistas hubieron de preparar su actuación con muy escaso tiempo, lo cual hace todavía más meritorio su trabajo, que fue premiado con una gran ovación.