Carmen Ruiz es una de las portavoces de la Plataforma Feminista Galega, organizadora de la marcha entre el Obelisco y la Ciudad Vieja que reunió a 22.000 manifestantes (la convocada por la Marcha das Mulleres fue de la plaza de Pontevedra hasta la plaza de España y atrajo a unos 11.000 vecinos). Sorprendida por la implicación de los vecinos en las dos movilizaciones del jueves, anhela que la respuesta de la población conlleve una firme concienciación en igualdad de género. "Estamos muy hartas de las desigualdades", proclama Ruiz, que aboga por "reaprender" a disfrutar de la convivencia sin diferencias ni discriminaciones.

- ¿Esperaba que tanta gente acudiese a las convocatorias, más de 33.000 personas entre las dos?

-Teníamos la esperanza de que hubiera mucha gente, pero tanta nos sorprendió. Y nos emocionó. Por todo el trabajo que hicimos para la convocatoria, tal respuesta fue como un acto de justicia universal. La satisfacción es absoluta, y también porque en la otra marcha hubo mucha participación. Hubiéramos deseado ir las dos juntas porque en el fondo todos los colectivos feministas rendimos cuentas a lo mismo, dan igual las siglas.

- ¿Por qué ha salido tanta gente a la calle a protestar?

-Porque estamos muy hartas de las desigualdades de género, no solo por la brecha salarial y los techos de cristal, sino por la mirada machista que por debajo nutre todo esto. Lo dijimos en una consigna: no está en la falda ni en el pantalón, en la mirada está la provocación. La respuesta ciudadana es muy coherente porque hay un hartazgo generalizado hacia los micromachismos, la inseguridad en las calles, los abusos y acosos en el trabajo y la precariedad en el empleo.

- Brecha salarial, techos de cristal, violencia machista, educación en igualdad... denuncian todo eso para defender a las mujeres. ¿Qué mensaje global cree que debe prevalecer?

-Es difícil desvincular el término de la violencia. Yo diría que el mensaje global es: igualdad de género sin violencias de género. Todo está relacionado. Por ejemplo, la corresponsabilidad en los cuidados de los hijos o de los mayores posibilita que las mujeres tengan igualdad de condiciones laborales. Por este aspecto hay un 95% de mujeres que solicitan la reducción de la jornada frente a un 5% de hombres. En definitiva, queremos transmitir un mensaje sano de reescribir la mirada y reaprender a disfrutar de la convivencia en igualdad de género, un mensaje de coeducación en nuestros entornos que impregne valores transversales a través de la programación cultural o la programación televisiva.

- ¿Qué efectos debería tener ahora la presencia masiva de manifestantes? Es decir, ¿qué viene después del 8-M?

-Una conciencia del respeto en la igualdad de género. Y sobre todo una aplicación urgente de medidas por parte del Gobierno, ese pacto de Estado contra las violencias machistas que está paralizado y sin presupuesto. El Congreso ha aprobado medidas pero el Gobierno no las aplica. Otra necesidad es que se obligue a las empresas a cumplir la ley de igualdad que obliga a las empresas a tener un plan de igualdad de obligado cumplimiento. Y a nivel cotidiano tiene que normalizarse entre la población la sensación de respeto hacia la mujer. Porque estamos en un punto en el tenemos todas las libertades, pero si las mujeres las ejercemos caemos en los estereotipos que nos estigmatizan y que nos alejan de los derechos que tenemos.

- Hubo dos marchas con la misma reivindicación. ¿Disgusta esta falta de unión?

-El mensaje es el mismo, no defendemos una realidad distinta. Para la plataforma fue una tristeza que un proyecto de unificación supusiera esta diferencia porque hay siglas políticas detrás, esta escisión que nos ha parecido absurda. De todas formas, en este caso la resta ha sumado porque al final dos colectivos distintos hemos reforzado el mensaje de visibilizar a la mujer.