Las cuatro obras interpretadas en el concierto del domingo pasado se sitúan dentro de un período que abarca cerca de un cuarto de siglo. Las más antigua data de 1999 y la más reciente es de hace cuatro años (2014). No puede negarse la actualidad del repertorio elegido. Nuestra Banda, enfrentada a un programa nada fácil, realizó uno de los conciertos más brillantes de la temporada. Las obras no eran transcripciones sino concebidas para el instrumento colectivo; con la excepción del bis, el intermedio de Goyescas, de Granados que por cierto fue lo más flojo del acto musical debido a la elección de un tempo demorado en exceso. El londinense Sparke compuso una bella obra de carácter descriptivo: un amanecer en el Cañón del Colorado; destacaron hermosas sonoridades graves con la participación de las tubas, violonchelos y contrabajos. El concierto (básicamente para saxo alto, con algunas intervenciones del saxo soprano) explota las características expresivas de los dos saxos con buen manejo de los timbres; el discurso, un poco manido, no despierta gran interés ni emoción. Extraordinaria versión de García Rojo; la Banda puede enorgullecerse de contar con un profesional de semejante altura. Ofreció como bis unas dificilísimas variaciones para saxo alto que resolvió a la perfección. La sinfonía de Reed lleva como sobrenombre "árbol de cerezo" y parece probable que la delicadeza del segundo tiempo aluda a la belleza de la flor. En fin, la fantasía española de Ferrán es una muestra de su maestría compositiva y alcanzó una versión esplendorosa de la Banda, dirigida por una batuta experimentada como la de Represas quien desempeñó durante muchos años su dirección.