En su clase, hasta que lo contó, nadie sabía que Alejandra Barrul era gitana. "Se enteraron porque un chico hizo un comentario de los gitanos y uno de los compañeros que me conocía de antes, me miró y los demás ya se dieron cuenta", explica Barrul que, ayer, se graduó en Derecho Derecho. Es, según explica, la primera gitana de A Coruña que lo hace en esta carrera. Pero este rasgo asegura que nunca ha condicionado ni cómo la tratan sus compañeros ni los docentes.

Supo, desde pequeña, que el Derecho era su futuro y asegura que, en este camino, ha estado siempre acompañada de su familia, de su padre y de su madre, que siempre la animaron a estudiar. "Yo tuve la suerte de que siempre me dijeron que hiciese lo que quisiese, que estudiase y que no dependiese de nadie y que, si me quería casar porque había encontrado al amor de mi vida, que lo hiciese, pero que no me casase por que me lo mandase mi familia", describe Barrul, a la que solo le queda presentar el Trabajo Fin de Grado para acabar la carrera. Sabe que no todas sus compañeras -gitanas o no- han tenido la misma suerte ni la misma determinación que ella para estudiar una carrera, así que, en sus planes está no rendirse y ponerse, quizá, con una oposición.

"Ahora tengo hábito de estudiar y se me da bien", comenta Alejandra Barrul, que cuenta que el camino no fue fácil hasta llegar ayer a la fiesta de graduación.

El año en el que tenía que hacer Selectividad, su hermano tuvo un accidente y estuvo mucho tiempo hospitalizado e, irremediablemente, sus notas bajaron, tanto, que no pudo matricularse en Derecho.

Lo hizo en Relaciones Laborales, pero, al año siguiente, cuando la situación en casa se estabilizó un poco más, se cambió para el que, desde niña, había sido su sueño: Derecho. "Me convalidaron algunas asignaturas, así que, lo que hice fue matricularme en trece materias para sacarme primero y segundo juntos", relata. El tercer curso fue "el más complicado", este último, sin embargo, asegura que lo llevó bastante bien.

Del medio centenar de miembros que tiene su familia, ninguno tiene estudios superiores, muchos de ellos, ni siquiera han podido sacarse la Primaria, así que, en casa -viven en edificios cercanos- le preguntan siempre qué tal le va en la Universidad y con los libros. Ahora, su historia puede ser un espejo en el que otras niñas quieran mirarse y romper tópicos.

"Al llegar a los 16 años, puedes ir a lo fácil, a ir a las ferias, si eres un chico, y a casarte si eres una chica", comenta Barrul, que ha elegido otro camino.