Camilo Gómez no puede evitar emocionarse al visitar 80 años después el que fuera su colegio. "Quién me iba a decir a mí que estaría aquí tanto tiempo después viendo cómo ha cambiado todo", admitió ayer conmovido. Camilo Gómez pertenece a la primera generación de alumnos, ante los cuales la figura que da nombre al centro pronunció su discurso inaugural. No puede sino recordarle con cariño. "Cuando venía a visitar el centro, nos daba a cada alumno una peseta. Toda una fortuna para un niño en aquella época".

El exalumno todavía rememora cuando el centro solo se componía de dos chalés y un patio de eucaliptos que ellos mismos se encargaban de cuidar. "Fuimos nosotros los que trajimos los pupitres desde el colegio Casablanca el día que se inauguró esta escuela", comenta Gómez. Ayer, el colegio invitó a su primer alumno a la exposición y le otorgó un recuerdo del acto. "Cuando les conté a los niños que yo había estudiado aquí como ellos, empezaron a decirme: ´¡Pero si somos compañeros!", cuenta el antiguo alumno. A Camilo Gómez todavía se le oscurece la mirada cuando recuerda la guerra, que vivió siendo alumno del Sal Lence. "Desde mi casa, veía pasar a los soldados en camiones, algunos de los cuales iban llorando. Es algo que no puede repetirse", reflexiona.