En el siglo II antes de Cristo A Coruña apenas se limitaba a un gran castro como el de Elviña y otros menores. En el año 61 a.C. Julio César llegó a Brigantium, identificada generalmente con A Coruña, lo que supuso la segunda vez en la historia en que los romanos tuvieron contacto con la ciudad. Siguiendo toda la costa atlántica de la península Ibérica, desde Cádiz, llegó el conquistador romano a costas gallegas. Gracias a los beneficios que obtuvo al asaltar los puertos galaicos, el militar pudo alcanzar el poder con el primer triunvirato y posteriormente como cónsul.

El catedrático de Historia Antigua de la Universidade da Coruña, Víctor Alonso, ponente ayer en un curso de la Universidad Internacional Menéndez Pelayo (UIMP), señala que "su déficit monetario no era la única razón de su marcha hacia Gallaecia". "Es indudable que fue una de las claves, pero la pacificación que llevó a cabo era un práctica habitual entre los gobernadores de las provincias, fue una forma de solucionar sus problemas financieros, recalar apoyos entre el ejército y aumentar su popularidad", explica el catedrático, quien explicó en su conferencia la expedición de César a Brigantium .

No solo la ambición movía a Julio César, también su difícil situación en Roma, sobre todo a nivel económico, con unas deudas de en torno a los veinte millones de sestercios, una cantidad enorme para la época. Los acreedores querían cobrar su deuda, así que la única solución que encontró fue acudir a su amigo Marco Licíneo Craso, el considerado hombre más rico de Roma. Este le prestó cinco millones para calmar a quien le reclamaba la deuda y poder empezar su campaña por el norte de Hispania, para paliar sus deudas definitivamente.

El primer intento de conquista lo realizó por tierra subiendo por Lusitania en busca de la tribu de los Herminios y otras lusitanas por encima del Duero que no querían someterse al poder romano. Como en un enfrentamiento directo las tribus no eran capaces de derrotar a las tropas de Julio César, decidieron resguardarse en un terreno donde la orografía les beneficiase. "No se sabe con exactitud el lugar donde se escondieron, probablemente fuera frente a la localidad lusitana de Puliche, en una de las Berlengas", indica Víctor Alonso. El conquistador romano no fue capaz de conseguir una victoria, así que decidió volver a la provincia y atacar por mar con una flota que salió desde Cádiz.

La segunda vez que Julio César pisa tierras gallegas es con la expedición que partió de Gades, de donde llegó al puerto de Brigantium. Las tropas locales no se opusieron al expolio de los romanos. "Suponiendo que Brigantium sea A Coruña, que es la hipótesis más plausible, el gobernador romano toma la ciudad en el 61 a.C. Según las fuentes que tenemos, no podemos saber si hubo alguna operación militar contra el ejército invasor, pero se supone que los habitantes de los castros no opusieron resistencia simplemente ante la grandiosidad de la armada y el ruido que hacían los barcos", comenta Alonso.

Volver como un héroe

El expolio de todas las tribus norteñas que hicieron las tropas de Julio César sirvió para que el gobernador de la provincia de Hispania pudiera saldar sus deudas y volviera a su tierra como un héroe. "Por supuesto que todo lo que saqueó en Gallaecia le sirvió para acabar con lo que debía, pero esos tesoros no solo sirvieron para eso, con ello también pagó y contentó a sus tropas y envió parte de los beneficios a Roma, para ganarse el favor y la fama de los poderosos", explica el catedrático de Historia Antigua. A su vuelta victoriosa, Julio César pactó con Craso y Pompeyo establecer el primer triunvirato y posteriormente poder convertirse en cónsul, por tanto, sus victorias en Galicia le auparon al poder y le convirtieron en historia.

Las tropas romanas de Julio César no se asentaron en la zona, simplemente se llevaron todo aquello que vieron de valor y se fueron. Por tanto, la sociedad de las tribus locales no cambió en absoluto, simplemente quedaron sometidas a pagar tributos. Sería con las campañas de Augusto cuando Gallaecia pasa a formar parte del imperio y se construiría la Torre de Hércules. A partir de ahí la ciudad se convirtió en un puerto clave para el comercio de aceite, la guía de los barcos por aguas atlánticas y como punto estratégico para la conquista de Britania.