El histórico dibujante, ilustrador y figura televisiva (aún se le recuerda como colaborador en los años 80 en Sabadabadá) se ha atrevido, a los 81 años, a dibujar su primer cómic, una adaptación de Moby Dick. José Ramón Sánchez ve muy lejos la jubilación.

- Ahora que se ha atrevido con el cómic tras años posponiéndolo, ¿le hubiera gustado haber empezado antes?

-Sí, pero es fácil, reflexionando sobre el pasado, descubrir mecanismos que podrían haberte ayudado en según qué época. La vida no es así, la vives cada día. Ahora pienso en momentos de mi trayectoria en los que sí podría haber dado el salto, pero tenía demasiados proyectos. Antes dibujaba mejor a nivel técnico, he perdido bastante con respecto a hace veinte años. Influye mucho la vitalidad.

- Hace falta mucha para adaptar Moby Dick.

-Sí, en ese cómic he desplegado toda mi vitalidad. Es una historia tan dura, trágica e irreversible que si no la dibujas con vitalidad se hunde, desaparece.

- ¿Cuál es la fascinación que despierta esta obra que sigue adaptándose y revisándose?

-Sin duda, el personaje de Ahab. Es un liante, un manipulador, un líder. Siempre ha habido capitanes Ahab, embaucadores, visionarios, falsos profetas. El cielo le ha iluminado para perseguir el mal, que cree que está centrado en esa ballena. Cuando la matan, arrastra con ella a la tripulación y al barco, esa es la grandeza de Moby Dick. Trata un tema que no ha dejado de estar presente en el mundo.

- Uno de los momentos que marca su trayectoria es aquella campaña que dibujó para el PSOE de González. ¿Lo haría en el momento político actual?

-No, ahora está la gente desencantada. Cuando hice aquella campaña, España estaba llena de ilusión, parecía que el país iba a dar un vuelco, nos esperaba algo mejor tras 40 años de dictadura. Hoy, la gente joven cuestiona la transición, que en este país fue ejemplar. Se unieron izquierda y derecha en consenso. Se entendieron. Y ahora nos dicen que eso lo hemos inflado.

- Y para el movimiento 15-M, en el que volvió algo de esa ilusión de antaño, ¿hubiese dibujado?

-Sí, para eso me hubiera comprometido. Yo soy un tío comprometido, cuando estoy dibujando una obra bonita y estoy escuchando por la radio lo que pasa en el mundo, a veces tengo la mala conciencia de estar trabajando y gozando de una utopía mientras el mundo está jodido. Te mueve el compromiso.

- Un gran compromiso el de significarse en aquellos tiempos.

-Asumí un compromiso enorme. Tan grande que a Felipe González no le gustó. Ya se veía presidente, ya lo sabía y no quería que le dibujasen mezclado con el pueblo. Yo dibujaba lleno de ilusión, con la marcha de la película Novecento, la Internacional y la Marsellesa de fondo.

- Ilustró la Constitución en su día. ¿Cómo se interioriza semejante texto para saber plasmarlo?

-Tienes que comerte el libro. Me metí en el pellejo de mis hijos y pensé en cómo se lo contaría, y así lo hice, a modo de novela gráfica. Hubo quien protestó en el Congreso porque lo hiciese un ilustrador de izquierdas. Y sí, en la obra se nota la mano de la izquierda. Yo vengo de familia obrera, es lo que soy.

- Se retiró hace veinte años, pero no ha dejado de trabajar. ¿Se jubila un dibujante algún día?

-No, nunca. En el 1996 quemé mis naves y mis relaciones y me volví a Santander, me jubilé de la fama y de la televisión, pero no dejé de trabajar. El día que me levante sin ganas de trabajar, estoy seguro de que me muero en dos meses.