El proyecto de reforma de la avenida de Alfonso Molina es, a día de hoy, un misterio. Frente a la posición del Ministerio de Fomento, que asegura que las tres partes de la obra están en periodo de redacción de proyecto constructivo, el Concello reclama conocer al detalle el plan, que dice no haber recibido pese a hacerlo solicitado, dicen fuentes municipales, hace semanas. Por lo tanto, el concejal de Rexeneración Urbana, Xiao Varela, rechaza comenzar a "abordar las expropiaciones" o cualquier otro tipo de trámite que competa a la administración local sin haber analizado el documento. Así las cosas, el edil se pone a "disposición" del departamento estatal para mantener las reuniones que sean necesarias tras recibir el proyecto para poder comenzar a dar los pasos necesarios para iniciar las obras.

En cambio, desde Fomento y desde la Delegación del Gobierno en Galicia no dudan en afirmar que está todo en marcha. O por lo menos lo que está en manos del ministerio. Fue en marzo cuando el Gobierno anterior, del PP, publicó en el Boletín Oficial del Estado (BOE) el proyecto, dividido en tres partes, y ahora, con el Ejecutivo socialista, sus responsables aseguran que los tres proyectos constructivos están en fase de redacción. Eso sí, no ofrecen plazos para que estén concluidos y se puedan sacar a concurso. El único en el que se atisba una fecha es la pasarela de Pedralonga, que sí fue comunicada al alcalde, Xulio Ferreiro, por parte de fuentes del ministerio, para garantizar que sería la primera fase de la reforma. Según explicaba el regidor hace poco más de un mes, "es la intervención más importante para la seguridad de las personas" y por ello, apuntaba, era la más necesaria y prioritaria. Ya en aquel momento desde el departamento estatal garantizaban que el proyecto estaría listo antes de final de año, para licitarse a partir del próximo. El viaducto logrará comunicar el vecindario alrededor de la fábrica de armas con el barrio de Palavea, separado por pocos metros pero, desde la construcción de Alfonso Molina, imposibles de salvar.

Lo que no está claro, tanto en esta actuación como en las otras dos, es el proceso de expropiaciones. Los anteriores responsables de Fomento esperaban que el Gobierno local coruñés financiara a medias el coste de las mismas, valoradas en alrededor de cuatro millones de euros, pero, por ahora, el Concello no se pronuncia. Lo que es obligatorio que realice la administración local es el trámite mismo de la desafectación de los solares, en los márgenes de la avenida, aunque aún no se ha comenzado. En la parte que menos afecta este tema, de las tres en que se divide la reforma, es en la pasarela de Pedralonga, en la que el Gobierno central prevé solo un gasto de 15.000 euros para conseguir el suelo necesario para los trabajos. La propia obra, especifica el departamento estatal, tendrá un importe total de 730.000 euros, que asumiría él mismo.

El gasto mayor en el caso de compra de suelo para ampliar el vial de entrada a la ciudad se produce en la integración ambiental, que, tras incluir la propuesta del Concello varios meses atrás, significará realizar sendas peatonales, establecer zonas verdes o carriles bici en los márgenes de la avenida. La previsión estatal es que haya que invertir 2,2 millones de euros y el coste de las propias obras sería de 4,4 millones de euros. Para esta parte del proyecto, el ministerio fija como necesaria la firma de un convenio con el Ayuntamiento coruñés para recoger las condiciones de financiación así como el mantenimiento de los propios terrenos anexos a la carretera una vez finalizada la reforma.

En el caso de la ampliación propia de Alfonso Molina, la de la carretera, Fomento cree que el gasto en expropiaciones ascenderá a 1,6 millones de euros y que los trabajos supondrán casi 14 millones de euros. En este caso, según el departamento estatal, los terrenos son de titularidad municipal así que solo tendría que cederlos al Estado para la obra. En total, según el proyecto inicial, la reforma del vial necesitaba utilizar 61.358 metros cuadrados de terrenos, tanto para utilizar como asfalto o vías de servicio de la carretera, como para hacer una franja más "humanizada" para peatones y vecinos de la zona.

En las conversaciones mantenidas entre el Gobierno local y la anterior dirección de Fomento se fraguó este último cambio en el proyecto, que obligó a cambiar el presupuesto de nueve millones a 19. Además de fijar la velocidad máxima en 70 kilómetros por hora en los carriles centrales y en 50 los laterales, se incluyeron en el proyecto itinerarios peatonales, ciclistas, plantaciones y la reubicación de las paradas de autobús de ambos márgenes. El alcalde se enorgulleció de haber cambiado una "autopista" en "una vía urbana".